lunes, 13 de junio de 2016

Huye del mal

«entonces haréis a él como él pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti.»
Deuteronomio 19:19 

Aquellos que esperan que Dios les tolere un poco de pecaminosidad, por lo general piensan así por el pecado que hay en su vida. No hacen nada en cuanto a su maldad, aunque la reconozcan como agravio. Podrías decir: “Pero todos somos pecadores, nadie es perfecto”. Es cierto, pero reconocer nuestro pecado debe impulsarnos a hacer algo al respecto.

Cuando comprendemos que hemos transgredido la voluntad de Dios, necesitamos acudir al Padre y decirle: “Necesito tu perdón”. Cuando reconocemos que hemos cometido una falta contra nuestro prójimo o que hemos desobedecido a Dios, no debemos ignorar nuestra falta como si no tuviera importancia y decir: “Bueno, es por mi naturaleza pecaminosa”. Mas bien tenemos que acercarnos a Dios y decirle: “He pecado, ten misericordia de mi, transfórmame conforme a la imagen de Cristo, para que no desee hacerlo otra vez”.

Deuteronomio 19: 19-20 nos da instrucciones claras en cuanto a cómo enfrentar nuestro´pecado. Siglos después, Jesús le dijo a una mujer sorprendida en un pecado flagrante: “Vete, y no peques mas” (Jun 8:11).
Encarar la realidad de que somos criaturas pecaminosas, no es lo mismo que tolerar el pecado en nuestra vida. Las escrituras nos enseñan que Dios desea que aborrezcamos el pecado y sus consecuencias y que evitemos totalmente el mal. No debemos imitar el mal. No debemos coquetear con el mal. No debemos sentir curiosidad por el mal. En vez de ello, debemos darle la espalda y huir de el.

¿Por qué quiere Dios que huyamos del mal? Por que desea protegernos de las terribles consecuencias del pecado! El Señor sabe lo que segarás si siembras pecado: una cosecha de consecuencias terribles, de angustia, desgracias, aflicciones y adversidades. No lo hagas. Por el contrario, huye del mal, y experimenta las bendiciones de tu Padre celestial.

Tomado del Devocional Cita con Dios
Junio 2015


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