miércoles, 18 de noviembre de 2015

COMO DISFRUTAR A DIOS

Hay varias cosas prácticas que usted puede hacer para disfrutar más a Dios.


* Piense correctamente en cuanto a usted mismo.

A Dios le agrada cuando tomamos nuestra verdadera posición espiritual como el haber muerto con Cristo y el haber sido resucitado como una nueva persona en Cristo, habiendo ascendido con Él y estando sentados con Él a la diestra de Dios. Esto es locura para el hombre incrédulo del mundo, pero es la verdad de Dios para Sus hijos que han sido enseñados por el Espíritu.

El padre del hijo pródigo se agradó cuando su hijo aceptó el mejor vestido, el anillo y el calzado. Se agradó cuando su hijo se sentó a su mesa y disfrutó todo lo que su amor había provisto para él. Dios también se agrada cuando disfrutamos lo que Él ha provisto para nosotros.


* Arregle cuentas con Dios.

¿Hay algo en su vida que Dios trae a su mente una y otra vez? Quizá sea una relación equivocada o un asunto en el que usted está diciendo: “no” a Dios. Si usted no tiene descanso o gozo, debe estar aferrado a algo que Dios quiere que deje.

Debe enfrentar el hecho de que no disfrutará a Dios ni progresará en su vida cristiana hasta que le diga: “sí” a Dios en cuanto a ese asunto. ¿Por qué no hacerlo ahora?

Si honestamente no está dispuesto a hacer lo que Dios le está diciendo, por lo menos le puede decir: “Señor, no estoy dispuesto a hacer esto, pero estoy dispuesto a pedirte que me hagas que esté dispuesto”. Si usted es sincero, Dios empezará a cambiar su corazón.


* Enfrente el pecado y la culpa.

No podemos disfrutar a Dios si estamos aferrados a algún pecado en nuestra vida. Dios nos ama, pero odia el pecado en la vida de un hijo Suyo. Sea cual sea ese pecado, esa cosa terrible que tanto desagrada a Dios, ¡déjelo! Si no lo deja, le robará su gozo.

Si usted ha pecado contra Dios, confiésele ese pecado y confíe que Él hará lo que ha dicho que hará. La Palabra de Dios dice:

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

Para disfrutar a Dios, usted no sólo tiene que estar bien con Dios, sino que tiene que estar bien con las demás personas. El apóstol Pablo dijo:

“Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres” (Hechos 24:16).

Si usted le ha hecho mal a alguien, acérquese a esa persona y arregle las cuentas. No ofrezca pretextos ni diga: “sé que hice mal, pero tú también hiciste mal”.

Confiese su parte plenamente. Diga algo como esto: “Dios me ha mostrado que hice mal al _______ (nombre su pecado). ¿Me perdonarás por esto?” Si la persona acepta, usted puede preguntar: “¿Necesito arreglar algo más en cuanto a este asunto?” Enfrente el asunto de manera total. Termínelo de una vez.

Si ha robado algo o ha causado que alguien sufra una pérdida, usted debe intentar pagarlo. Arregle el asunto, y luego continúe. No siga culpándose una y otra vez por sus fracasos pasados.


* Perdone a otros.

Es un grave pecado ante los ojos de Dios no perdonar, especialmente en la vida de un cristiano. (Vea Mateo 18:21-35.)

Dios nos ha perdonado en amor, y nos da el privilegio de perdonar a otros así como nos ha perdonado a nosotros.


* Declare su fe al principio de cada día.

Uno de los cristianos más felices que he conocido, me dio este secreto. Me dijo que comenzaba cada día diciéndole algo parecido a esto al Señor:


“Señor Jesús, Tú moriste por mí, y en Tu muerte yo morí. Morí al pecado, a Satanás y al mundo. Fui sepultado contigo y resucité contigo como una nueva persona en Cristo. Ascendí contigo, y estoy sentado contigo en los lugares celestiales. Tú has enviado a Tu Espíritu Santo para vivir en mí y la vida que está en mí hoy es Tu vida resucitada. Por Tu gracia, me propongo vivir una vida, muerto al pecado, y vivo para Ti”.


 empieze cada día con confianza de que Cristo vive en usted y que Él es suficiente para cualquier cosa que le pase hoy.


* Asista fielmente a una iglesia que honre a Cristo y apoye a esa iglesia.

Es la voluntad de Dios que los creyentes se congreguen regularmente

Es la voluntad de Dios que los creyentes se congreguen regularmente con otros creyentes para escuchar la predicación y enseñanza de la Palabra, para comunión y para oración.

Nada puede tomar el lugar de esto. La Biblia dice:

“Mantengamos firme sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió…no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:23, 25).

No se avergüence de Cristo. Confiese su fe en Él con sus palabras y sus acciones. Si no lo ha confesado al bautizarse en agua, hágalo cuanto antes.


* Obedezca al Señor.

Decida que obedecerá al Señor sea cual sea el costo. ¡Empiece ahora mismo! Haga la próxima cosa que sabe que debe hacer. Los creyentes son obedientes. El Señor Jesús se manifiesta a Sí Mismo a los que le aman y le obedecen. (Vea Juan 14:21.)


* Ponga su afecto en las cosas de arriba.

Si deseamos tener gozo, debemos saber donde buscarlo. Para nosotros, el verdadero gozo no se puede encontrar en este mundo. Nuestro gozo está donde está nuestro Salvador—al otro lado de la muerte. Nuestra vida, nuestro gozo, nuestro futuro y nuestras riquezas están en el Cristo glorificado y exaltado a la diestra de Dios. La Biblia dice:

“A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8).

La nueva vida que nos da Dios es la vida de resurrección. Si deseamos disfrutar esta vida, debemos poner nuestro amor y afecto en las cosas de Cristo. La Biblia dice:

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” 

(Colosenses 3:1-2).


* Por encima de todo, ame a Cristo.

Jesucristo es el centro y la gloria del cielo. Toda criatura en el cielo ama, adora y alaba a Cristo. Una de las pruebas de que hemos nacido en la familia de Dios es que amamos y apreciamos a Cristo.

Dios desea que Cristo sea todo para nosotros. Cuando nuestros ojos espirituales están abiertos para ver la grandeza de Cristo y empezamos a amarle con todo nuestro corazón, le damos placer al corazón de Dios. Jesús dijo:

“Pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios” (Juan 16:27).

Si realmente amamos a Cristo, lo podremos mostrar al desear conocer todo lo que se puede saber en cuanto a Él. Los creyentes no aman a Cristo mucho si desatienden sus Biblias y no pasan tiempo a solas con Él al estudiar Su Palabra y orar, o si no se congregan con el pueblo de Dios. Estas cosas son pruebas de nuestro amor por Cristo.


* Aparte tiempo para estar con Dios todos los días.

Un tiempo devocional con Dios no es algo opcional. Es absolutamente esencial si usted desea disfrutar a Dios y desea que su vida cuente para Él. Un honrado siervo de Dios escribió:

“Una vida de victoria depende de tres cosas: del acto inicial, un propósito fijo y una costumbre diaria.

El acto inicial es rendirse al Señor Jesús como Amo. El propósito fijo es hacer lo que le agrada a Él, y sólo eso, en todo momento y en cada asunto, sean cuales sean las circunstancias. La costumbre diaria es pasar un tiempo devocional en oración, a solas con el Señor en Su Palabra.

“Después del acto inicial de rendirse, el secreto de un cristiano fuerte y gozoso es pasar tiempo a solas con Dios en Su Palabra”. (S. D. Gordon.)

¡Empiece a disfrutar a Dios y Su amor desde ahora! Dios le ama y lo acepta porque pertenece a Cristo. No hay nada que usted pueda hacer para que Dios le ame más de lo que le ama ahora mismo. Él le ama así como ama a Su Propio Hijo. (Vea Juan 17:23.)





miércoles, 11 de noviembre de 2015

APRENDIENDO A ESTAR CONTENTOS



Todos quisieramos ser felices, pero no es fácil lograrlo. El problema es que creemos que solo obteniendo mas de lo que este mundo nos ofrece podemos tener la felicidad. El apóstol Pablo tenia una actitud muy diferente, Pablo escribió:

«No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.»
Filipenses 4:11

Entonces es posible estar siempre felices!! ,por que aún y cuando tengamos muy poco de lo que este mundo ofrece, tenemos las bendiciones espirituales de Dios:



1. APRENDER ACEPTAR LA VOLUNTAD DE DIOS COMO LO MEJOR PARA NOSOTROS:

«No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.»
Romanos 12:2

El verbo conformarse significa: "llegar a ser como" o "seguir el modelo de", en el NT, el cristiano debe conformarse a la imagen del Hijo de Dios, por lo tanto, debe haber siempre marcas no de conformismo, sino de conformarse a la vida cristiana, añadiendo a ella contentamiento.

2. APRENDER A ESPERAR MAS EN DIOS EN LUGAR DE BUSCAR MAS LAS COSAS:

«¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.»
Salmos 42:5

Los creyentes siempre seran mas felices sirviendo a Dios en la situacion en la que se encuentren, y no afanandose por las cosas que no tienen.

3. EL CONTENTAMIENTO NO CONSISTE EN EL HECHO DE DESEAR MAS, SINO EN DESEAR MENOS:

«Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.»
Hebreos 11:24-26 

La gente mas rica no es necesariamente la gente mas feliz. El contentamiento no surge del tamaño de su saldo en el banco, sino mas bien de su voluntad de estar satisfechos con lo que Dios les da. Una persona que posee muchas cosas pero desea mas, siempre sera miserable, Una persona que posee pocas cosas pero que ya no desa mas, siempre sera feliz.

4. AVECES EL CONTENTAMIENTO NO CONSISTE EN DEJAR DE PREOCUPARSE SINO EN PREOCUPARSE DE ALGO DIFERENTE (SANTIDAD):

«sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.»
Santiago 1:14-17

Lo que realmente nos hace infelices es el pecado, Si nos preocupamos mas acerca de eso, nuestros otros problemas ya no pareceran tan grandes. Un pecado en particular es olvidarse que todo lo que tenemos viene de Dios. Entonces olvidamos agradecerle y lo culpamos por las cosas que nos duelen. Si nos ocupamos más en no pecar y ser agradecidos, estariamos contentos aun en tiempos de dificultad.

5. APRENDER QUE NO ES NECESAIO VIVR SIN PROBLEMAS, PARA ESTAR CONTENTOS:

«Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
Santiago 1:2-4

A veces resulta que un problema nos ayuda a triunfar sobre la naturaleza pecaminosa, y acercarnos mas a Dios , y en esta forma el problema se convierte en una bendicion.

6. EXPERIMENTAR EL AMOR DE DIOS:

«¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.»
Salmos 73:25-26

La experiencia del amor de Dios es mas importante que cualquier cosa que este mundo puede ofrecer.

7. EXPERIMENTAR LA PAZ DE DIOS:

«Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.»
Filipenses 4:6-7

Esta paz se puede experimentar cuando somos mas obedientes a Cristo. por otro lado, los NO creyentes deberian fijarse en el hecho de que nosotros los creyentes somos las personas mas felices y satisfechas del mundo, cuando pregunten por que es asi, los creyentes deberíamos responder que es a causa de conocer al Principe de paz.

8. EL CONTENTAMIENTO CRISTIANO ENCUENTRA QUE LA MAXIMA FELICIDAD PROVIENE DE CONOCER A DIOS:

«Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.»
S.Juan 17:3







martes, 3 de noviembre de 2015

DEMASIADO CÓMODOS

Yendo por el camino, uno le dijo: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza. Lucas 9.57–58

Este encuentro de Jesús con un aspirante a discípulo tiene varios aspectos muy interesantes.
Debemos notar, en la primera impresión, que esta persona se acercó a Jesús con una propuesta que parecía más que generosa: «te que parecía más que generosa: «te seguiré adondequiera que vayas» El hombre está hablando de una entrega incondicional, la disposición de echar suerte con la persona de Cristo, pase lo que pase. Se asemeja a los votos de entrega que pronunciamos, muchas veces, en nuestros encuentros como iglesia de Cristo. Le ofrecemos nuestra lealtad y compromiso sin condiciones al Señor.

La respuesta de Jesús nos sorprende porque no parece tener mucha relación con lo que ha dicho esta persona. Podemos entender el sentido de su comentario, no obstante, cuando recordamos que el Señor, a diferencia de nosotros, no se impresiona con las palabras de nuestra boca. Sabe que nuestros labios frecuentemente hacen declaraciones que tienen poca relación con el contenido de nuestro corazón. La vida espiritual no se define con palabras, sino con obediencia.

Este varón, que parece tan comprometido, en realidad tiene un serio problema y Cristo lo ha percibido. Aspira a una vida espiritual pero no desea experimentar ninguna incomodidad, ni pasar por ningún tipo de situación que le proporcione molestias personales. Es por esta razón que el Señor declara que cualquier persona que desee ser parte de su grupo debe estar dispuesta a transitar por el mismo camino que él recorre. Esto puede incluir situaciones tan elementales como las de no tener casa a la cual retornar, ni cama para recostar la cabeza.

El movimiento monástico de la época medieval entendió que esto significaba un llamado a la negación de toda comodidad; por ende, sujetaban el cuerpo a todo tipo de aflicción. Bernard de Clairveaux, fundador de una comprometida orden monástica, casi perdió la vida por el exceso de celo en una vida de rigurosa privación personal. Estas prácticas no logran más que subrayar la ineficacia de nuestros caminos a la hora de seguir a Cristo.

El Señor no estaba llamando a esta persona a castigar su cuerpo con severa disciplina, sino a entender que debía estar dispuesto a sacrificar su comodidad personal por seguirlo a él.
De todas maneras, el llamado de atención de Cristo nos viene bien. 

La comodidad personal es de suma importancia en la cultura en que vivimos. No tenemos más que intentar un ayuno para darnos cuenta cuán floja es nuestra capacidad de soportar la más leve privación. El Señor nos recuerda que él puede invitarnos a seguirlo mientras se mueve entre personas de mal olor, sin casas ordenaditas ni camas mullidas a nuestra disposición. Si deseamos acompañarlo deberemos estar dispuestos a sacrificar estas comodidades. El afán por asegurar nuestro propio bienestar puede tornarse un verdadero escollo a la hora de caminar con él.

Para pensar:

¿Cómo podemos saber el lugar que ocupa en nuestras vidas la comodidad personal? ¿Qué podemos hacer para vivir en mayor sujeción a Cristo? ¿Cuáles son los elementos de nuestra vida que son superfluos?

ESPERANZA !

La esperanza que se demora es tormento del corazón;árbol de vida es el deseo cumplido. Proverbios 13.12

La esperanza es un elemento tan entretejido en nuestra existencia cotidiana que prácticamente no tenemos conciencia de su influencia en nosotros. No obstante, cumple una función fundamental en la vida.

La esperanza se refiere a una situación o realidad futura que promete ser mejor o más placentera que la presente. Como la vida está llena de contratiempos y dificultades, es por medio de la esperanza que superamos el desánimo y la desilusión que resultan de las experiencias negativas por las cuales transitamos. Nuestra esperanza puede estar dirigida hacia elementos tan intrascendentes como el clima, la comida o los programas de televisión. Pero la esperanza también se centra en cuestiones de mucho mayor peso, como el deseo de consolidar nuestra situación laboral, reconciliarnos con algún familiar distanciado o mejorar la calidad de nuestra relación con nuestros seres más queridos. En todo esto, nuestro corazón echa mano de aquellas situaciones futuras que esperamos, algún día, se hagan realidad en nuestra vida.

Es por esta razón que el autor de Proverbios describe como «árbol de vida» al deseo cumplido. Produce en nosotros un bienestar que puede ser comparado al beneficio que un árbol frondoso le trae a una parcela de tierra. No solamente la embellece, sino que da su sombra y su fruto a quien lo posee, convirtiéndose, de esta manera, en verdadera bendición.

Si la esperanza es importante para el ser humano que anda en tinieblas, mucho más lo será para aquellos que han sido alcanzados por la gracia. El Nuevo Testamento la señala como uno de los aspectos fundamentales para la plena experiencia en Cristo. El apóstol Pablo la veía tan importante que pidió, específicamente, por la iglesia de Éfeso: «que él alumbre los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado» (1.18). Creía que sin una verdadera comprensión de la esperanza la iglesia corría peligro de edificar sobre un fundamento efímero y pasajero, más relacionado con las cosas de este mundo que con el reino de Dios. De hecho, al no tener claridad sobre la verdadera naturaleza de nuestra esperanza en Cristo, la iglesia ha cifrado la realización de sus sueños en cosas de tan poco valor como la adquisición de bancas, equipos de sonido y edificios.

Es importante que, tengamos en cuenta la importante función que cumple la esperanza en la vida. Podrá ser uno de los instrumentos por medio de los cuales el Espíritu logra transformar la vida de todos aquellos a quienes han sido llamados. 
No debemos descuidar tan valioso elemento en nuestro servicio al pueblo de Dios.

Para pensar:

«Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos».
(1 P 1.3).


FALTA DE CONOCIMIENTO

Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; puesto que olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. Oseas 4.6

Por medio de los profetas el Señor hizo conocer a Israel las razones por las cuales él los desechaba como pueblo y los enviaba al exilio. Una de las explicaciones la encontramos en el texto de hoy que, por cierto, no es el único lugar donde Dios señala el mal que aquejaba al pueblo.
Resulta provechoso reflexionar sobre esto porque vemos hoy, en la iglesia, la misma tendencia preocupante hacia la ausencia de conocimiento sólido y profundo de la Palabra. Ha surgido un estilo de predicación en la que los predicadores se dedican a hablar de sus propios conceptos acerca de la vida espiritual. En ocasiones estos discursos están adornados con algún versículo tomado de la Palabra, pero rara vez sirven para otra cosa que darle un barniz de respetabilidad a la prédica.

El pueblo que carece de conocimiento es un pueblo que se expone a la seducción de cuanta filosofía pueda aparecer en la sociedad. Esta es la condición que Pablo describe en la carta a la iglesia de Éfeso, cuando dice: «Así ya no seremos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error; sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo» (4.14–15). Y es precisamente esta tendencia la que observamos en muchas congregaciones, donde las personas corren tras cualquier moda que se exponga con elocuencia, pues son seducidos por las palabras de hombres y no poseen los elementos necesarios para evaluar la validez de lo que escuchan.

La responsabilidad por esta situación claramente recae sobre aquellos que han sido llamados a la formación de los santos, es decir, los pastores. El profeta Oseas declaraba que los sacerdotes habían «desechado» el conocimiento. En esta actitud vemos el problema de fondo, que es una actitud de desprecio por la Palabra. Este desprecio puede ser porque el mensaje de las Escrituras no resulta suficientemente atractivo en comparación con los mensajes que predominan en este tiempo. Vemos a la Palabra como «anticuada» y «pasada de moda». Buscamos un mensaje más adecuado para el momento que atraviesa la humanidad.

Sospecho, no obstante, que el desprecio se debe principalmente a que un compromiso con la Palabra requiere de la disposición de estudiar con diligencia el texto para discernir el mensaje que Dios desea compartir con su pueblo. Esto demanda un esfuerzo que puede fácilmente ser evitado si nos dedicamos simplemente a hablar de nuestros temas predilectos.
El pueblo, sin embargo, necesita la Palabra no adulterada de Dios. Solamente la Palabra trae luz a nuestras vidas, e ilumina nuestros pasos. Solamente por medio de la Palabra se produce en nosotros esa transformación espiritual que es vital para una vida que agrada al Padre.

Para pensar:

La función como pastores no es entretener al pueblo, sino formarlo a la imagen de Jesucristo. Sólo por medio de la Palabra se podrá  lograr.

NUESTRA BÚSQUEDA DE DIOS

Mi corazón ha dicho de ti: «Buscad mi rostro».Tu rostro buscaré, Jehová. Salmo 27.

En el texto de hoy el salmista comparte un importante dato acerca de la forma que se produce en nosotros la manifestación de la vida espiritual. Una de las secuelas que ha dejado el pecado en nosotros es que nos ha llevado a considerar que somos los protagonistas de todo lo que acontece a nuestro alrededor. Nuestra perspectiva egoísta nos ubica en el centro de la realidad en la cual estamos insertos. Nos cuesta concebir la vida sin nuestra participación en ella, entender que el mundo se mueve en forma absolutamente independiente de nuestra existencia.

Este concepto es el que más entorpece nuestro desarrollo espiritual, pues insistimos en creer que somos nosotros el «motor» que impulsa nuestra devoción. Nuestra perspectiva distorsionada nos ubica en el plano que realmente le corresponde a Dios y por esta razón perdemos mucho tiempo intentando lograr cosas que no son nuestra responsabilidad. Me explico: nuestra perspectiva de la vida espiritual es que nuestro acercamiento a Dios depende de nuestro propio esfuerzo. Al no poseer la disciplina suficiente como para cultivar una relación profunda y prolongada, nos desanimamos. «Yo busco a Dios», nos lamentamos, «pero no consigo entablar una relación significativa con él». Nos condenamos por nuestra falta de devoción y realizamos interminables promesas de comenzar de nuevo. Pero nuestra actividad siempre termina en el mismo lugar: ¡alcanzar al Señor parece cosa tan difícil!

El salmista, que no poseía la comprensión de la obra del Espíritu que tenemos nosotros, da testimonio de que escucha en su corazón un mensaje: «Buscad mi rostro». Esta voz interior no es más que la voz misma de Dios, pues las palabras están expresadas como una invitación divina. Como resultado de haber percibido este convite el salmista responde y pasa a disfrutar del encuentro con la persona de Dios. Note cuán sencillo es el proceso y cuán fácil es «encontrar» al Señor con este procedimiento. La sencillez se debe, precisamente, al hecho de que es Dios mismo el que nos está buscando, ¡mucho antes de que nosotros hayamos elaborado nuestro proyecto para alcanzarlo a él!

¿En qué consiste, entonces, esta relación con el Señor? ¿Cuáles son las dinámicas que gobiernan estos encuentros espirituales? En primer lugar, debemos echar por la borda nuestras propias técnicas y metodologías para entablar una relación con él. No somos nosotros los que impulsamos la relación, sino él. Es necesario que nos relajemos y permitamos que él nos seduzca con sus invitaciones. Para esto debemos aprender a aquietar el bullicio interior que acompaña nuestra existencia cotidiana. El Padre anhela esa relación con nosotros y buscará, de mil maneras diferentes, compartir ese mismo mensaje que impartió al salmista: «buscad mi rostro».

Si lográramos entender que él insiste todo el tiempo en acercarse a nosotros, percibiríamos que todo nuestro esfuerzo es innecesario. No tenemos que salir a buscarlo, porque él ha salido a buscarnos a nosotros. En esa actitud de quietud interior podremos comenzar a escuchar las seductoras invitaciones que nos hace y podremos responder: «tu rostro buscaré, Jehová».

Para pensar:

No hemos sido llamados a encontrar a Dios, sino a dejarle a él que nos encuentre a nosotros.


lunes, 2 de noviembre de 2015

CADA DÍA TE BENDECIRÉ

Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Cada día te bendeciré y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. Salmo 145.1–2

No sabemos en qué momento de su vida David compuso este salmo. Lo que sí podemos afirmar es que el compromiso expresado en los primeros dos versículos resumen su actitud a lo largo de toda una vida. La práctica de esta disciplina espiritual es una de las razones por las cuales el pastor de Israel alcanzó tan elevado nivel de intimidad con Dios. Asimismo, no cabe duda de que esta insistente tendencia a proclamar en todo lugar la grandeza de Dios es la que también alimentaba y mantenía viva su devoción al Altísimo.

Hacemos bien en detenernos a meditar lo que expresan estos dos versículos. Contienen un voto, la expresión de un compromiso que guiará el comportamiento del salmista en el futuro. El sentido de este pacto es similar al que intentamos asumir cuando entramos en el vínculo del matrimonio. Prometemos amar a nuestro cónyuge en todo tiempo, pase lo que pase. Quien ha transitado un trecho por la experiencia del matrimonio sabe lo difícil que es cumplir dicho voto. No obstante, la vida espiritual está fundada sobre un pacto. Es lo que la mantiene viva y vibrante a lo largo de la vida. Un pacto es una promesa, a futuro, de permanecer firmes en una postura o una convicción. No contiene cláusulas que condicionan el cumplimiento de la misma. La persona mira al futuro y establece una pauta de comportamiento que va a permanecer constante en todo momento, sean cuales sean los acontecimientos que le toque vivir.

Lo que trae el futuro es algo que ningún ser humano puede conocer. Si miramos la vida, no obstante, podemos predecir con cierto grado de certeza que lo que viene consistirá en una mezcla de cosas buenas y malas, de momentos de alegría y tristeza, de victorias y derrotas, de abundancia y necesidad. Cada ser humano está expuesto a las condiciones fluctuantes que existen como resultado de vivir en un mundo caído.

En el caso de David, su propia vida estuvo repleta de toda clase de dificultades. Se enfrentó a la tenaz persecución de Saúl. Tuvo que hacerle frente a la soledad y el abandono. Convivió con las profundas consecuencias del pecado de adulterio. Bebió de la copa amarga de ser traicionado por su propio hijo. Mas en medio de esta larga cadena de aflicciones siempre se mantuvo firme en su compromiso de alabar y bendecir el nombre de Dios.

¡Cuán marcado es el contraste con nuestra cultura, tan sujeta a los sentimientos! Creemos ciegamente en la importancia de ser «genuinos», lo que significa solamente hacer las cosas cuando «sentimos» el deseo de hacerlas. De esta manera, alabamos y bendecimos solamente cuando nuestros sentimientos nos dan permiso a hacerlo. David nos muestra que es importante sujetar nuestros sentimientos a la voluntad, practicar las disciplinas de la vida espiritual aun cuando todo nuestro ser se rebela contra esto. Es más, la insistente práctica en tiempos de adversidad puede ser la que mayor fruto espiritual deje en nuestras vidas.

Para pensar:

¿Cuán importantes son los sentimientos para usted? ¿De qué maneras entorpecen su vida espiritual? ¿Qué puede hacer para que sus sentimientos participen más en sus expresiones de devoción hacia Dios?