Hay varias cosas prácticas que usted puede hacer para disfrutar más a Dios.
* Piense correctamente en cuanto a usted mismo.
El padre del hijo pródigo se agradó cuando su hijo aceptó el mejor vestido, el anillo y el calzado. Se agradó cuando su hijo se sentó a su mesa y disfrutó todo lo que su amor había provisto para él. Dios también se agrada cuando disfrutamos lo que Él ha provisto para nosotros.
* Arregle cuentas con Dios.
Debe enfrentar el hecho de que no disfrutará a Dios ni progresará en su vida cristiana hasta que le diga: “sí” a Dios en cuanto a ese asunto. ¿Por qué no hacerlo ahora?
Si honestamente no está dispuesto a hacer lo que Dios le está diciendo, por lo menos le puede decir: “Señor, no estoy dispuesto a hacer esto, pero estoy dispuesto a pedirte que me hagas que esté dispuesto”. Si usted es sincero, Dios empezará a cambiar su corazón.
* Enfrente el pecado y la culpa.
Si usted ha pecado contra Dios, confiésele ese pecado y confíe que Él hará lo que ha dicho que hará. La Palabra de Dios dice:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Para disfrutar a Dios, usted no sólo tiene que estar bien con Dios, sino que tiene que estar bien con las demás personas. El apóstol Pablo dijo:
“Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres” (Hechos 24:16).
Si usted le ha hecho mal a alguien, acérquese a esa persona y arregle las cuentas. No ofrezca pretextos ni diga: “sé que hice mal, pero tú también hiciste mal”.
Confiese su parte plenamente. Diga algo como esto: “Dios me ha mostrado que hice mal al _______ (nombre su pecado). ¿Me perdonarás por esto?” Si la persona acepta, usted puede preguntar: “¿Necesito arreglar algo más en cuanto a este asunto?” Enfrente el asunto de manera total. Termínelo de una vez.
Si ha robado algo o ha causado que alguien sufra una pérdida, usted debe intentar pagarlo. Arregle el asunto, y luego continúe. No siga culpándose una y otra vez por sus fracasos pasados.
* Perdone a otros.
Es un grave pecado ante los ojos de Dios no perdonar, especialmente en la vida de un cristiano. (Vea Mateo 18:21-35.)
Dios nos ha perdonado en amor, y nos da el privilegio de perdonar a otros así como nos ha perdonado a nosotros.
* Declare su fe al principio de cada día.
Uno de los cristianos más felices que he conocido, me dio este secreto. Me dijo que comenzaba cada día diciéndole algo parecido a esto al Señor:
“Señor Jesús, Tú moriste por mí, y en Tu muerte yo morí. Morí al pecado, a Satanás y al mundo. Fui sepultado contigo y resucité contigo como una nueva persona en Cristo. Ascendí contigo, y estoy sentado contigo en los lugares celestiales. Tú has enviado a Tu Espíritu Santo para vivir en mí y la vida que está en mí hoy es Tu vida resucitada. Por Tu gracia, me propongo vivir una vida, muerto al pecado, y vivo para Ti”.
empieze cada día con confianza de que Cristo vive en usted y que Él es suficiente para cualquier cosa que le pase hoy.
* Asista fielmente a una iglesia que honre a Cristo y apoye a esa iglesia.
Es la voluntad de Dios que los creyentes se congreguen regularmente con otros creyentes para escuchar la predicación y enseñanza de la Palabra, para comunión y para oración.
Nada puede tomar el lugar de esto. La Biblia dice:
“Mantengamos firme sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió…no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:23, 25).
No se avergüence de Cristo. Confiese su fe en Él con sus palabras y sus acciones. Si no lo ha confesado al bautizarse en agua, hágalo cuanto antes.
* Obedezca al Señor.
Decida que obedecerá al Señor sea cual sea el costo. ¡Empiece ahora mismo! Haga la próxima cosa que sabe que debe hacer. Los creyentes son obedientes. El Señor Jesús se manifiesta a Sí Mismo a los que le aman y le obedecen. (Vea Juan 14:21.)
* Ponga su afecto en las cosas de arriba.
“A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8).
La nueva vida que nos da Dios es la vida de resurrección. Si deseamos disfrutar esta vida, debemos poner nuestro amor y afecto en las cosas de Cristo. La Biblia dice:
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”
(Colosenses 3:1-2).
* Por encima de todo, ame a Cristo.
Jesucristo es el centro y la gloria del cielo. Toda criatura en el cielo ama, adora y alaba a Cristo. Una de las pruebas de que hemos nacido en la familia de Dios es que amamos y apreciamos a Cristo.
Dios desea que Cristo sea todo para nosotros. Cuando nuestros ojos espirituales están abiertos para ver la grandeza de Cristo y empezamos a amarle con todo nuestro corazón, le damos placer al corazón de Dios. Jesús dijo:
“Pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios” (Juan 16:27).
Si realmente amamos a Cristo, lo podremos mostrar al desear conocer todo lo que se puede saber en cuanto a Él. Los creyentes no aman a Cristo mucho si desatienden sus Biblias y no pasan tiempo a solas con Él al estudiar Su Palabra y orar, o si no se congregan con el pueblo de Dios. Estas cosas son pruebas de nuestro amor por Cristo.
* Aparte tiempo para estar con Dios todos los días.
Un tiempo devocional con Dios no es algo opcional. Es absolutamente esencial si usted desea disfrutar a Dios y desea que su vida cuente para Él. Un honrado siervo de Dios escribió:
“Una vida de victoria depende de tres cosas: del acto inicial, un propósito fijo y una costumbre diaria.
“El acto inicial es rendirse al Señor Jesús como Amo. El propósito fijo es hacer lo que le agrada a Él, y sólo eso, en todo momento y en cada asunto, sean cuales sean las circunstancias. La costumbre diaria es pasar un tiempo devocional en oración, a solas con el Señor en Su Palabra.
“Después del acto inicial de rendirse, el secreto de un cristiano fuerte y gozoso es pasar tiempo a solas con Dios en Su Palabra”. (S. D. Gordon.)
¡Empiece a disfrutar a Dios y Su amor desde ahora! Dios le ama y lo acepta porque pertenece a Cristo. No hay nada que usted pueda hacer para que Dios le ame más de lo que le ama ahora mismo. Él le ama así como ama a Su Propio Hijo. (Vea Juan 17:23.)