miércoles, 18 de noviembre de 2015

COMO DISFRUTAR A DIOS

Hay varias cosas prácticas que usted puede hacer para disfrutar más a Dios.


* Piense correctamente en cuanto a usted mismo.

A Dios le agrada cuando tomamos nuestra verdadera posición espiritual como el haber muerto con Cristo y el haber sido resucitado como una nueva persona en Cristo, habiendo ascendido con Él y estando sentados con Él a la diestra de Dios. Esto es locura para el hombre incrédulo del mundo, pero es la verdad de Dios para Sus hijos que han sido enseñados por el Espíritu.

El padre del hijo pródigo se agradó cuando su hijo aceptó el mejor vestido, el anillo y el calzado. Se agradó cuando su hijo se sentó a su mesa y disfrutó todo lo que su amor había provisto para él. Dios también se agrada cuando disfrutamos lo que Él ha provisto para nosotros.


* Arregle cuentas con Dios.

¿Hay algo en su vida que Dios trae a su mente una y otra vez? Quizá sea una relación equivocada o un asunto en el que usted está diciendo: “no” a Dios. Si usted no tiene descanso o gozo, debe estar aferrado a algo que Dios quiere que deje.

Debe enfrentar el hecho de que no disfrutará a Dios ni progresará en su vida cristiana hasta que le diga: “sí” a Dios en cuanto a ese asunto. ¿Por qué no hacerlo ahora?

Si honestamente no está dispuesto a hacer lo que Dios le está diciendo, por lo menos le puede decir: “Señor, no estoy dispuesto a hacer esto, pero estoy dispuesto a pedirte que me hagas que esté dispuesto”. Si usted es sincero, Dios empezará a cambiar su corazón.


* Enfrente el pecado y la culpa.

No podemos disfrutar a Dios si estamos aferrados a algún pecado en nuestra vida. Dios nos ama, pero odia el pecado en la vida de un hijo Suyo. Sea cual sea ese pecado, esa cosa terrible que tanto desagrada a Dios, ¡déjelo! Si no lo deja, le robará su gozo.

Si usted ha pecado contra Dios, confiésele ese pecado y confíe que Él hará lo que ha dicho que hará. La Palabra de Dios dice:

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

Para disfrutar a Dios, usted no sólo tiene que estar bien con Dios, sino que tiene que estar bien con las demás personas. El apóstol Pablo dijo:

“Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres” (Hechos 24:16).

Si usted le ha hecho mal a alguien, acérquese a esa persona y arregle las cuentas. No ofrezca pretextos ni diga: “sé que hice mal, pero tú también hiciste mal”.

Confiese su parte plenamente. Diga algo como esto: “Dios me ha mostrado que hice mal al _______ (nombre su pecado). ¿Me perdonarás por esto?” Si la persona acepta, usted puede preguntar: “¿Necesito arreglar algo más en cuanto a este asunto?” Enfrente el asunto de manera total. Termínelo de una vez.

Si ha robado algo o ha causado que alguien sufra una pérdida, usted debe intentar pagarlo. Arregle el asunto, y luego continúe. No siga culpándose una y otra vez por sus fracasos pasados.


* Perdone a otros.

Es un grave pecado ante los ojos de Dios no perdonar, especialmente en la vida de un cristiano. (Vea Mateo 18:21-35.)

Dios nos ha perdonado en amor, y nos da el privilegio de perdonar a otros así como nos ha perdonado a nosotros.


* Declare su fe al principio de cada día.

Uno de los cristianos más felices que he conocido, me dio este secreto. Me dijo que comenzaba cada día diciéndole algo parecido a esto al Señor:


“Señor Jesús, Tú moriste por mí, y en Tu muerte yo morí. Morí al pecado, a Satanás y al mundo. Fui sepultado contigo y resucité contigo como una nueva persona en Cristo. Ascendí contigo, y estoy sentado contigo en los lugares celestiales. Tú has enviado a Tu Espíritu Santo para vivir en mí y la vida que está en mí hoy es Tu vida resucitada. Por Tu gracia, me propongo vivir una vida, muerto al pecado, y vivo para Ti”.


 empieze cada día con confianza de que Cristo vive en usted y que Él es suficiente para cualquier cosa que le pase hoy.


* Asista fielmente a una iglesia que honre a Cristo y apoye a esa iglesia.

Es la voluntad de Dios que los creyentes se congreguen regularmente

Es la voluntad de Dios que los creyentes se congreguen regularmente con otros creyentes para escuchar la predicación y enseñanza de la Palabra, para comunión y para oración.

Nada puede tomar el lugar de esto. La Biblia dice:

“Mantengamos firme sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió…no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:23, 25).

No se avergüence de Cristo. Confiese su fe en Él con sus palabras y sus acciones. Si no lo ha confesado al bautizarse en agua, hágalo cuanto antes.


* Obedezca al Señor.

Decida que obedecerá al Señor sea cual sea el costo. ¡Empiece ahora mismo! Haga la próxima cosa que sabe que debe hacer. Los creyentes son obedientes. El Señor Jesús se manifiesta a Sí Mismo a los que le aman y le obedecen. (Vea Juan 14:21.)


* Ponga su afecto en las cosas de arriba.

Si deseamos tener gozo, debemos saber donde buscarlo. Para nosotros, el verdadero gozo no se puede encontrar en este mundo. Nuestro gozo está donde está nuestro Salvador—al otro lado de la muerte. Nuestra vida, nuestro gozo, nuestro futuro y nuestras riquezas están en el Cristo glorificado y exaltado a la diestra de Dios. La Biblia dice:

“A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8).

La nueva vida que nos da Dios es la vida de resurrección. Si deseamos disfrutar esta vida, debemos poner nuestro amor y afecto en las cosas de Cristo. La Biblia dice:

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” 

(Colosenses 3:1-2).


* Por encima de todo, ame a Cristo.

Jesucristo es el centro y la gloria del cielo. Toda criatura en el cielo ama, adora y alaba a Cristo. Una de las pruebas de que hemos nacido en la familia de Dios es que amamos y apreciamos a Cristo.

Dios desea que Cristo sea todo para nosotros. Cuando nuestros ojos espirituales están abiertos para ver la grandeza de Cristo y empezamos a amarle con todo nuestro corazón, le damos placer al corazón de Dios. Jesús dijo:

“Pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios” (Juan 16:27).

Si realmente amamos a Cristo, lo podremos mostrar al desear conocer todo lo que se puede saber en cuanto a Él. Los creyentes no aman a Cristo mucho si desatienden sus Biblias y no pasan tiempo a solas con Él al estudiar Su Palabra y orar, o si no se congregan con el pueblo de Dios. Estas cosas son pruebas de nuestro amor por Cristo.


* Aparte tiempo para estar con Dios todos los días.

Un tiempo devocional con Dios no es algo opcional. Es absolutamente esencial si usted desea disfrutar a Dios y desea que su vida cuente para Él. Un honrado siervo de Dios escribió:

“Una vida de victoria depende de tres cosas: del acto inicial, un propósito fijo y una costumbre diaria.

El acto inicial es rendirse al Señor Jesús como Amo. El propósito fijo es hacer lo que le agrada a Él, y sólo eso, en todo momento y en cada asunto, sean cuales sean las circunstancias. La costumbre diaria es pasar un tiempo devocional en oración, a solas con el Señor en Su Palabra.

“Después del acto inicial de rendirse, el secreto de un cristiano fuerte y gozoso es pasar tiempo a solas con Dios en Su Palabra”. (S. D. Gordon.)

¡Empiece a disfrutar a Dios y Su amor desde ahora! Dios le ama y lo acepta porque pertenece a Cristo. No hay nada que usted pueda hacer para que Dios le ame más de lo que le ama ahora mismo. Él le ama así como ama a Su Propio Hijo. (Vea Juan 17:23.)





miércoles, 11 de noviembre de 2015

APRENDIENDO A ESTAR CONTENTOS



Todos quisieramos ser felices, pero no es fácil lograrlo. El problema es que creemos que solo obteniendo mas de lo que este mundo nos ofrece podemos tener la felicidad. El apóstol Pablo tenia una actitud muy diferente, Pablo escribió:

«No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.»
Filipenses 4:11

Entonces es posible estar siempre felices!! ,por que aún y cuando tengamos muy poco de lo que este mundo ofrece, tenemos las bendiciones espirituales de Dios:



1. APRENDER ACEPTAR LA VOLUNTAD DE DIOS COMO LO MEJOR PARA NOSOTROS:

«No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.»
Romanos 12:2

El verbo conformarse significa: "llegar a ser como" o "seguir el modelo de", en el NT, el cristiano debe conformarse a la imagen del Hijo de Dios, por lo tanto, debe haber siempre marcas no de conformismo, sino de conformarse a la vida cristiana, añadiendo a ella contentamiento.

2. APRENDER A ESPERAR MAS EN DIOS EN LUGAR DE BUSCAR MAS LAS COSAS:

«¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.»
Salmos 42:5

Los creyentes siempre seran mas felices sirviendo a Dios en la situacion en la que se encuentren, y no afanandose por las cosas que no tienen.

3. EL CONTENTAMIENTO NO CONSISTE EN EL HECHO DE DESEAR MAS, SINO EN DESEAR MENOS:

«Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.»
Hebreos 11:24-26 

La gente mas rica no es necesariamente la gente mas feliz. El contentamiento no surge del tamaño de su saldo en el banco, sino mas bien de su voluntad de estar satisfechos con lo que Dios les da. Una persona que posee muchas cosas pero desea mas, siempre sera miserable, Una persona que posee pocas cosas pero que ya no desa mas, siempre sera feliz.

4. AVECES EL CONTENTAMIENTO NO CONSISTE EN DEJAR DE PREOCUPARSE SINO EN PREOCUPARSE DE ALGO DIFERENTE (SANTIDAD):

«sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.»
Santiago 1:14-17

Lo que realmente nos hace infelices es el pecado, Si nos preocupamos mas acerca de eso, nuestros otros problemas ya no pareceran tan grandes. Un pecado en particular es olvidarse que todo lo que tenemos viene de Dios. Entonces olvidamos agradecerle y lo culpamos por las cosas que nos duelen. Si nos ocupamos más en no pecar y ser agradecidos, estariamos contentos aun en tiempos de dificultad.

5. APRENDER QUE NO ES NECESAIO VIVR SIN PROBLEMAS, PARA ESTAR CONTENTOS:

«Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
Santiago 1:2-4

A veces resulta que un problema nos ayuda a triunfar sobre la naturaleza pecaminosa, y acercarnos mas a Dios , y en esta forma el problema se convierte en una bendicion.

6. EXPERIMENTAR EL AMOR DE DIOS:

«¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.»
Salmos 73:25-26

La experiencia del amor de Dios es mas importante que cualquier cosa que este mundo puede ofrecer.

7. EXPERIMENTAR LA PAZ DE DIOS:

«Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.»
Filipenses 4:6-7

Esta paz se puede experimentar cuando somos mas obedientes a Cristo. por otro lado, los NO creyentes deberian fijarse en el hecho de que nosotros los creyentes somos las personas mas felices y satisfechas del mundo, cuando pregunten por que es asi, los creyentes deberíamos responder que es a causa de conocer al Principe de paz.

8. EL CONTENTAMIENTO CRISTIANO ENCUENTRA QUE LA MAXIMA FELICIDAD PROVIENE DE CONOCER A DIOS:

«Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.»
S.Juan 17:3







martes, 3 de noviembre de 2015

DEMASIADO CÓMODOS

Yendo por el camino, uno le dijo: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza. Lucas 9.57–58

Este encuentro de Jesús con un aspirante a discípulo tiene varios aspectos muy interesantes.
Debemos notar, en la primera impresión, que esta persona se acercó a Jesús con una propuesta que parecía más que generosa: «te que parecía más que generosa: «te seguiré adondequiera que vayas» El hombre está hablando de una entrega incondicional, la disposición de echar suerte con la persona de Cristo, pase lo que pase. Se asemeja a los votos de entrega que pronunciamos, muchas veces, en nuestros encuentros como iglesia de Cristo. Le ofrecemos nuestra lealtad y compromiso sin condiciones al Señor.

La respuesta de Jesús nos sorprende porque no parece tener mucha relación con lo que ha dicho esta persona. Podemos entender el sentido de su comentario, no obstante, cuando recordamos que el Señor, a diferencia de nosotros, no se impresiona con las palabras de nuestra boca. Sabe que nuestros labios frecuentemente hacen declaraciones que tienen poca relación con el contenido de nuestro corazón. La vida espiritual no se define con palabras, sino con obediencia.

Este varón, que parece tan comprometido, en realidad tiene un serio problema y Cristo lo ha percibido. Aspira a una vida espiritual pero no desea experimentar ninguna incomodidad, ni pasar por ningún tipo de situación que le proporcione molestias personales. Es por esta razón que el Señor declara que cualquier persona que desee ser parte de su grupo debe estar dispuesta a transitar por el mismo camino que él recorre. Esto puede incluir situaciones tan elementales como las de no tener casa a la cual retornar, ni cama para recostar la cabeza.

El movimiento monástico de la época medieval entendió que esto significaba un llamado a la negación de toda comodidad; por ende, sujetaban el cuerpo a todo tipo de aflicción. Bernard de Clairveaux, fundador de una comprometida orden monástica, casi perdió la vida por el exceso de celo en una vida de rigurosa privación personal. Estas prácticas no logran más que subrayar la ineficacia de nuestros caminos a la hora de seguir a Cristo.

El Señor no estaba llamando a esta persona a castigar su cuerpo con severa disciplina, sino a entender que debía estar dispuesto a sacrificar su comodidad personal por seguirlo a él.
De todas maneras, el llamado de atención de Cristo nos viene bien. 

La comodidad personal es de suma importancia en la cultura en que vivimos. No tenemos más que intentar un ayuno para darnos cuenta cuán floja es nuestra capacidad de soportar la más leve privación. El Señor nos recuerda que él puede invitarnos a seguirlo mientras se mueve entre personas de mal olor, sin casas ordenaditas ni camas mullidas a nuestra disposición. Si deseamos acompañarlo deberemos estar dispuestos a sacrificar estas comodidades. El afán por asegurar nuestro propio bienestar puede tornarse un verdadero escollo a la hora de caminar con él.

Para pensar:

¿Cómo podemos saber el lugar que ocupa en nuestras vidas la comodidad personal? ¿Qué podemos hacer para vivir en mayor sujeción a Cristo? ¿Cuáles son los elementos de nuestra vida que son superfluos?

ESPERANZA !

La esperanza que se demora es tormento del corazón;árbol de vida es el deseo cumplido. Proverbios 13.12

La esperanza es un elemento tan entretejido en nuestra existencia cotidiana que prácticamente no tenemos conciencia de su influencia en nosotros. No obstante, cumple una función fundamental en la vida.

La esperanza se refiere a una situación o realidad futura que promete ser mejor o más placentera que la presente. Como la vida está llena de contratiempos y dificultades, es por medio de la esperanza que superamos el desánimo y la desilusión que resultan de las experiencias negativas por las cuales transitamos. Nuestra esperanza puede estar dirigida hacia elementos tan intrascendentes como el clima, la comida o los programas de televisión. Pero la esperanza también se centra en cuestiones de mucho mayor peso, como el deseo de consolidar nuestra situación laboral, reconciliarnos con algún familiar distanciado o mejorar la calidad de nuestra relación con nuestros seres más queridos. En todo esto, nuestro corazón echa mano de aquellas situaciones futuras que esperamos, algún día, se hagan realidad en nuestra vida.

Es por esta razón que el autor de Proverbios describe como «árbol de vida» al deseo cumplido. Produce en nosotros un bienestar que puede ser comparado al beneficio que un árbol frondoso le trae a una parcela de tierra. No solamente la embellece, sino que da su sombra y su fruto a quien lo posee, convirtiéndose, de esta manera, en verdadera bendición.

Si la esperanza es importante para el ser humano que anda en tinieblas, mucho más lo será para aquellos que han sido alcanzados por la gracia. El Nuevo Testamento la señala como uno de los aspectos fundamentales para la plena experiencia en Cristo. El apóstol Pablo la veía tan importante que pidió, específicamente, por la iglesia de Éfeso: «que él alumbre los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado» (1.18). Creía que sin una verdadera comprensión de la esperanza la iglesia corría peligro de edificar sobre un fundamento efímero y pasajero, más relacionado con las cosas de este mundo que con el reino de Dios. De hecho, al no tener claridad sobre la verdadera naturaleza de nuestra esperanza en Cristo, la iglesia ha cifrado la realización de sus sueños en cosas de tan poco valor como la adquisición de bancas, equipos de sonido y edificios.

Es importante que, tengamos en cuenta la importante función que cumple la esperanza en la vida. Podrá ser uno de los instrumentos por medio de los cuales el Espíritu logra transformar la vida de todos aquellos a quienes han sido llamados. 
No debemos descuidar tan valioso elemento en nuestro servicio al pueblo de Dios.

Para pensar:

«Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos».
(1 P 1.3).


FALTA DE CONOCIMIENTO

Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; puesto que olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. Oseas 4.6

Por medio de los profetas el Señor hizo conocer a Israel las razones por las cuales él los desechaba como pueblo y los enviaba al exilio. Una de las explicaciones la encontramos en el texto de hoy que, por cierto, no es el único lugar donde Dios señala el mal que aquejaba al pueblo.
Resulta provechoso reflexionar sobre esto porque vemos hoy, en la iglesia, la misma tendencia preocupante hacia la ausencia de conocimiento sólido y profundo de la Palabra. Ha surgido un estilo de predicación en la que los predicadores se dedican a hablar de sus propios conceptos acerca de la vida espiritual. En ocasiones estos discursos están adornados con algún versículo tomado de la Palabra, pero rara vez sirven para otra cosa que darle un barniz de respetabilidad a la prédica.

El pueblo que carece de conocimiento es un pueblo que se expone a la seducción de cuanta filosofía pueda aparecer en la sociedad. Esta es la condición que Pablo describe en la carta a la iglesia de Éfeso, cuando dice: «Así ya no seremos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error; sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo» (4.14–15). Y es precisamente esta tendencia la que observamos en muchas congregaciones, donde las personas corren tras cualquier moda que se exponga con elocuencia, pues son seducidos por las palabras de hombres y no poseen los elementos necesarios para evaluar la validez de lo que escuchan.

La responsabilidad por esta situación claramente recae sobre aquellos que han sido llamados a la formación de los santos, es decir, los pastores. El profeta Oseas declaraba que los sacerdotes habían «desechado» el conocimiento. En esta actitud vemos el problema de fondo, que es una actitud de desprecio por la Palabra. Este desprecio puede ser porque el mensaje de las Escrituras no resulta suficientemente atractivo en comparación con los mensajes que predominan en este tiempo. Vemos a la Palabra como «anticuada» y «pasada de moda». Buscamos un mensaje más adecuado para el momento que atraviesa la humanidad.

Sospecho, no obstante, que el desprecio se debe principalmente a que un compromiso con la Palabra requiere de la disposición de estudiar con diligencia el texto para discernir el mensaje que Dios desea compartir con su pueblo. Esto demanda un esfuerzo que puede fácilmente ser evitado si nos dedicamos simplemente a hablar de nuestros temas predilectos.
El pueblo, sin embargo, necesita la Palabra no adulterada de Dios. Solamente la Palabra trae luz a nuestras vidas, e ilumina nuestros pasos. Solamente por medio de la Palabra se produce en nosotros esa transformación espiritual que es vital para una vida que agrada al Padre.

Para pensar:

La función como pastores no es entretener al pueblo, sino formarlo a la imagen de Jesucristo. Sólo por medio de la Palabra se podrá  lograr.

NUESTRA BÚSQUEDA DE DIOS

Mi corazón ha dicho de ti: «Buscad mi rostro».Tu rostro buscaré, Jehová. Salmo 27.

En el texto de hoy el salmista comparte un importante dato acerca de la forma que se produce en nosotros la manifestación de la vida espiritual. Una de las secuelas que ha dejado el pecado en nosotros es que nos ha llevado a considerar que somos los protagonistas de todo lo que acontece a nuestro alrededor. Nuestra perspectiva egoísta nos ubica en el centro de la realidad en la cual estamos insertos. Nos cuesta concebir la vida sin nuestra participación en ella, entender que el mundo se mueve en forma absolutamente independiente de nuestra existencia.

Este concepto es el que más entorpece nuestro desarrollo espiritual, pues insistimos en creer que somos nosotros el «motor» que impulsa nuestra devoción. Nuestra perspectiva distorsionada nos ubica en el plano que realmente le corresponde a Dios y por esta razón perdemos mucho tiempo intentando lograr cosas que no son nuestra responsabilidad. Me explico: nuestra perspectiva de la vida espiritual es que nuestro acercamiento a Dios depende de nuestro propio esfuerzo. Al no poseer la disciplina suficiente como para cultivar una relación profunda y prolongada, nos desanimamos. «Yo busco a Dios», nos lamentamos, «pero no consigo entablar una relación significativa con él». Nos condenamos por nuestra falta de devoción y realizamos interminables promesas de comenzar de nuevo. Pero nuestra actividad siempre termina en el mismo lugar: ¡alcanzar al Señor parece cosa tan difícil!

El salmista, que no poseía la comprensión de la obra del Espíritu que tenemos nosotros, da testimonio de que escucha en su corazón un mensaje: «Buscad mi rostro». Esta voz interior no es más que la voz misma de Dios, pues las palabras están expresadas como una invitación divina. Como resultado de haber percibido este convite el salmista responde y pasa a disfrutar del encuentro con la persona de Dios. Note cuán sencillo es el proceso y cuán fácil es «encontrar» al Señor con este procedimiento. La sencillez se debe, precisamente, al hecho de que es Dios mismo el que nos está buscando, ¡mucho antes de que nosotros hayamos elaborado nuestro proyecto para alcanzarlo a él!

¿En qué consiste, entonces, esta relación con el Señor? ¿Cuáles son las dinámicas que gobiernan estos encuentros espirituales? En primer lugar, debemos echar por la borda nuestras propias técnicas y metodologías para entablar una relación con él. No somos nosotros los que impulsamos la relación, sino él. Es necesario que nos relajemos y permitamos que él nos seduzca con sus invitaciones. Para esto debemos aprender a aquietar el bullicio interior que acompaña nuestra existencia cotidiana. El Padre anhela esa relación con nosotros y buscará, de mil maneras diferentes, compartir ese mismo mensaje que impartió al salmista: «buscad mi rostro».

Si lográramos entender que él insiste todo el tiempo en acercarse a nosotros, percibiríamos que todo nuestro esfuerzo es innecesario. No tenemos que salir a buscarlo, porque él ha salido a buscarnos a nosotros. En esa actitud de quietud interior podremos comenzar a escuchar las seductoras invitaciones que nos hace y podremos responder: «tu rostro buscaré, Jehová».

Para pensar:

No hemos sido llamados a encontrar a Dios, sino a dejarle a él que nos encuentre a nosotros.


lunes, 2 de noviembre de 2015

CADA DÍA TE BENDECIRÉ

Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Cada día te bendeciré y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. Salmo 145.1–2

No sabemos en qué momento de su vida David compuso este salmo. Lo que sí podemos afirmar es que el compromiso expresado en los primeros dos versículos resumen su actitud a lo largo de toda una vida. La práctica de esta disciplina espiritual es una de las razones por las cuales el pastor de Israel alcanzó tan elevado nivel de intimidad con Dios. Asimismo, no cabe duda de que esta insistente tendencia a proclamar en todo lugar la grandeza de Dios es la que también alimentaba y mantenía viva su devoción al Altísimo.

Hacemos bien en detenernos a meditar lo que expresan estos dos versículos. Contienen un voto, la expresión de un compromiso que guiará el comportamiento del salmista en el futuro. El sentido de este pacto es similar al que intentamos asumir cuando entramos en el vínculo del matrimonio. Prometemos amar a nuestro cónyuge en todo tiempo, pase lo que pase. Quien ha transitado un trecho por la experiencia del matrimonio sabe lo difícil que es cumplir dicho voto. No obstante, la vida espiritual está fundada sobre un pacto. Es lo que la mantiene viva y vibrante a lo largo de la vida. Un pacto es una promesa, a futuro, de permanecer firmes en una postura o una convicción. No contiene cláusulas que condicionan el cumplimiento de la misma. La persona mira al futuro y establece una pauta de comportamiento que va a permanecer constante en todo momento, sean cuales sean los acontecimientos que le toque vivir.

Lo que trae el futuro es algo que ningún ser humano puede conocer. Si miramos la vida, no obstante, podemos predecir con cierto grado de certeza que lo que viene consistirá en una mezcla de cosas buenas y malas, de momentos de alegría y tristeza, de victorias y derrotas, de abundancia y necesidad. Cada ser humano está expuesto a las condiciones fluctuantes que existen como resultado de vivir en un mundo caído.

En el caso de David, su propia vida estuvo repleta de toda clase de dificultades. Se enfrentó a la tenaz persecución de Saúl. Tuvo que hacerle frente a la soledad y el abandono. Convivió con las profundas consecuencias del pecado de adulterio. Bebió de la copa amarga de ser traicionado por su propio hijo. Mas en medio de esta larga cadena de aflicciones siempre se mantuvo firme en su compromiso de alabar y bendecir el nombre de Dios.

¡Cuán marcado es el contraste con nuestra cultura, tan sujeta a los sentimientos! Creemos ciegamente en la importancia de ser «genuinos», lo que significa solamente hacer las cosas cuando «sentimos» el deseo de hacerlas. De esta manera, alabamos y bendecimos solamente cuando nuestros sentimientos nos dan permiso a hacerlo. David nos muestra que es importante sujetar nuestros sentimientos a la voluntad, practicar las disciplinas de la vida espiritual aun cuando todo nuestro ser se rebela contra esto. Es más, la insistente práctica en tiempos de adversidad puede ser la que mayor fruto espiritual deje en nuestras vidas.

Para pensar:

¿Cuán importantes son los sentimientos para usted? ¿De qué maneras entorpecen su vida espiritual? ¿Qué puede hacer para que sus sentimientos participen más en sus expresiones de devoción hacia Dios?

miércoles, 28 de octubre de 2015

UN COMPROMISO A PRUEBA DE FUEGO

Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, rey, nos librará. Y si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. Daniel 3.16–18

¡Qué fácil nos resulta leer esta historia, sentados en la comodidad de nuestra casa y conociendo de antemano cómo fue el desenlace! Nuestra tendencia triunfalista nos lleva a creer que todas las historias terminan de manera espectacular cuando afirmamos nuestra fidelidad hacia Dios. Mas luego recordamos a Esteban, a Hus, a Bonhoeffer, o a Nee, para mencionar solamente a algunos de los muchos que pagaron con la vida su postura de fe.

No obstante, los tres audaces protagonistas del texto sobre el cual hoy reflexionamos nos dejan una importante lección acerca de nuestra postura en tiempos de persecución. Cabe aclarar que esta persecución no necesita ser tan dramática como la de Sadrac, Mesac y Abed-nego. De muchas maneras diferentes nos enfrentamos, día a día, a las mismas presiones que estos varones. No debemos dudar por un instante que las mismas fuerzas malignas buscan moldearnos a la imagen de lo que es aceptado por este mundo. Puede ser la presión de no pagar impuestos, de hacer trampa en un examen, de colaborar en algún proyecto deshonesto en el trabajo, o de ceder frente a las filosofías predominantes de estos tiempos.

Los tres israelitas se valieron de dos argumentos para responderle a Nabucodonosor. El primero, descansaba sobre una convicción profunda y radical de que Dios era el que iba a determinar su futuro, no el rey de Babilonia. Esta es la misma postura que adoptó Cristo frente a Pilato, quien pretendía convencerle de que tenía autoridad para hacer con él como quisiera. Mas Jesús le respondió: «Ninguna autoridad tendrías contra mí si no te fuera dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene» (Jn 19.11). Es decir, los hijos de Dios, en la hora de la prueba, no ceden frente a la tentación de creer que la situación en la que se encuentran está más allá del control del Altísimo. Saben que, aun en situaciones de las más atroces manifestaciones de maldad, existe un Dios soberano sin cuya autoridad no puede moverse nadie, ni siquiera el más malvado.

Los tres valientes de nuestra historia también se aferraban a una segunda convicción, y es que los hijos de Dios han sido llamados a una vida de obediencia incondicional. Frente a situaciones donde peligra aquello que garantiza su bienestar personal no dudan de escoger el camino de la lealtad hacia lo que es justo y bueno delante del Santo. En esto no permiten que su obediencia sea condicionada por ninguna circunstancia ni tampoco por ningún hombre. Ante tal postura se abren a la posibilidad de ver las más increíbles manifestaciones de gracia. En este caso, salieron ilesos del fuego. En el caso de Esteban, mientras moría vio el destino final de su fidelidad: los brazos de Aquel a quien no estaba dispuesto a negar.

Para pensar:

La palabra final, en toda historia humana, la tiene Aquel en cuyas manos esta escondida la vida misma.

Como saber si soy Salvo ?

 

En 2 Corintios 13:5 dice: "Pónganse a prueba para ver si están en la fe. Examínense a sí mismos. ¿O no se reconocen a ustedes mismos de que Jesucristo está en ustedes, a menos de que en verdad no pasen la prueba?"

Puede que alguna vez te hayan dicho que nunca debías dudar de tu salvación, pero aquí nos dice lo opuesto. Debemos examinarnos. Y esta es una de las razones por la cual Juan escribió su primera epístola:

"Estas cosas les he escrito a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna." 1 Juan 5:13

En el libro de Juan encontramos una serie de pruebas que nos ayudarán a determinar si somos verdaderos creyentes o no. Hay muchas, pero solamente veremos cinco de ellas.
¿Estás listo? Empecemos.

1. ¿ANDAMOS EN TINIEBLAS? "Si decimos que tenemos comunión con El, pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad". 1Juan 1:6 ¿Contradice tu vida a la Palabra de Dios? ¿Vives constantemente un estilo de vida de pecado, mintiendo, robando (sin importar el valor), adulterando (si miras a una persona para codiciarla cometes adulterio en tu corazón, Mat.5:28), tomando el nombre de Dios en vano, maldiciendo, etc.? Y peor aún: ¿haces estas cosas mientras profesas ser un seguidor de Cristo? Esto se llama hipocresía. "El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio…" 1Juan 3:8

2. ¿NEGAMOS TENER PECADO? "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros". 1 Juan 1:8 ¿Eres sensible al pecado en tu vida? ¿Cuándo fue la última vez que lloraste o te quebrantaste porque habías ofendido a un Dios Santo? ¿Aborreces el pecado? ¿Si caes, recibes la disciplina del Señor, que Él da a todos sus hijos (Hebreos 12:5-11)?

3. ¿GUARDAMOS SUS MANDAMIENTOS? "Y en esto sabemos que Lo hemos llegado a conocer: si guardamos Sus mandamientos. El que dice: 'Yo Lo he llegado a conocer,' y no guarda Sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él". 1 Juan 2:3-4 ¿Es tu vida consumida por un anhelo intenso de ser más como Jesús? ¿Es Cristo el centro de todo? ¿Podrían decir tus amigos y familia que Él es el amor más grande de tu vida y corazón? ¿Amas a su Palabra y te alimentas de ella constantemente? ¿Te deleitas en el Señor, pasando tiempo con Él en oración? ¿Te encanta compartir tiempo con otros cristianos? ¿Predicas el evangelio de Cristo a los perdidos?

4. ¿ABORRECEMOS ANUESTROS HERMANOS? "El que dice que está en la Luz y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas". 1 Juan 2:9 ¿Tienes odio contra alguien en tu corazón? ¿Guardas rencor o amargura? ¿Has perdonado a todos? "Todo el que aborrece a su hermano es un asesino, y ustedes saben que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él".1 Juan3:15

5. ¿AMAMOS AL MUNDO? "No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo". 1 Juan 2:15-16 ¿Amas las cosas del mundo (la música, las películas, las series de televisión, las discotecas, etc.)? Recuerda que cualquier cosa que no glorifica a Dios en este mundo glorifica al diablo. "No pondré delante de mis ojos cosa injusta. Aborrezco la obra de los que se desvían; ninguno de ellos se acercará a mí". Salmos101:3 ¿Puedes sentarte y disfrutar de un programa o una película que Dios absolutamente aborrece, lleno de los mismos pecados por los cuales Jesús tuvo que morir? ¿Amas y deseas las riquezas y cosas materiales? ¿Te atrae toda la ostentación y el glamour que este mundo ofrece? "¡Adúlteros! ¿No saben que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios". Santiago 4:4

¿Cómo te fue en el examen? ¿Irás al cielo con el Señor, o serás uno de aquellos impostores que Jesús mandará al infierno? Si tu caminar no concuerda con la Palabra de Dios, es muy probable que no seas cristiano. Es nuestro sincero deseo que tengas una experiencia verdadera de salvación.

Recuerda que Jesús hizo algo por ti para que no tengas que morir en tus pecados. Él sufrió y murió en la cruz, llevando sobre su cuerpo tus pecados y el castigo que justamente merecías: la ira de Dios. Él derramó su sangre y se hizo una maldición para que tú puedas tener vida eterna. Y resucitó de entre los muertos en el tercer día y venció a la muerte.

Entonces, ¿qué debemos hacer para ser salvos? La Biblia dice que tenemos que nacer de nuevo (Juan 3:3). La única forma que podemos hacerlo es por medio del arrepentimiento y la fe.
El arrepentimiento significa pedirle perdón a Dios y apartarnos del pecado, estando dispuestos a dejar nuestro estilo de vida pecaminoso. Tener fe en él no significa creer intelectualmente (los demonios creen y tiemblan, Santiago 2:19), sino poner toda nuestra confianza en él y su obra completada en la cruz, entregarle todo nuestro corazón. Si haces esto Dios realmente te salvará y te dará un nuevo corazón con nuevos deseos. Serás una nueva criatura en Cristo (2 Cor.5:17) y empezarás una verdadera relación con él. Y la Biblia dice que en verdad sabrás que eres un hijo de Dios: "El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios." Romanos 8:16

¿Después de tan grande sacrificio que Jesús hizo por ti en la cruz, no crees que Él merece todo? ¿Menospreciarás el regalo que te ofrece o le entregarás toda tu vida? Por favor, arrepiéntete y pon tu fe en Él antes de que sea muy tarde. !Hazlo hoy! 2 Corintios 6:2

martes, 27 de octubre de 2015

UN CORAZÓN DIVIDIDO

Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Entonces Elías, acercándose a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo vacilaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra. 1 Reyes 18.20–21


Cuando Elías confrontó al pueblo en el Monte Carmelo, los israelitas ya tenían una larga historia de prostitución con los dioses de la tierra. Antes de desafiar a los profetas de Baal, sin embargo, el profeta enfrentó al pueblo con las palabras que hoy forman parte de nuestro devocional. Aunque los líderes habían conducido al pueblo de Dios por un camino que no les convenía, ninguna persona podía escudarse detrás de este hecho. La pregunta que lanzó Elías hacia el pueblo muestra que creía firmemente que cada persona presente era, en última instancia, responsable de su propio pecado.

La clave de la situación que estaba viviendo el pueblo se encuentra en la palabra «vacilar». El diccionario de sinónimos nos presenta esta lista de términos similares: titubear, oscilar, balancear, fluctuar. Todas estas palabras dan una clara idea del estado en el que se encontraba el pueblo. No tenían un rumbo definido. No estaban comprometidos con una sola cosa. No poseían la seguridad, inamovible, de aquellos que saben dónde están plantados en la vida.
Debemos notar que esta situación afecta particularmente al pueblo de Dios.

Los que no son parte de su casa están enteramente entregados al camino de las tinieblas. No experimentan más que un titubeo ocasional por el testimonio de sus propias conciencias. La mayoría del tiempo, sin embargo, avanzan seguros por el camino que recorren todos los que están a su alrededor. Es el camino de la mayoría y no tienen por qué cuestionar si es el más apropiado para sus vidas.

La situación del hijo de Dios indeciso, en cambio, es la más desdichada de las condiciones. No es ni una cosa ni la otra. Habiendo probado lo que es la vida de la mano de Dios, ha optado por volver a recorrer el camino que había descartado. No logra, sin embargo, olvidarse de lo que ha experimentado cerca de Jehová, de modo que este camino ya no le produce la satisfacción que le dio en otro tiempo. Tampoco disfruta de la comunión plena con el Padre, porque su corazón está contaminado con las preocupaciones que son propias de los que andan en tinieblas.

La descripción más exacta de este desdichado estado la dejó el rey cuyo corazón nunca estuvo enteramente entregado a Dios: Salomón. Intentó caminar por los dos caminos a la vez. Sus conclusiones están relatadas en el libro de Eclesiastés, donde declara una y otra vez: «todo es vanidad de vanidades».

Elías invita al pueblo a una postura de entrega absoluta, ya sea para un lado o para el otro. La vacilación nos paraliza y nos llena de dudas y temores. Cuando nos decidimos por un camino, es bueno que no cuestionemos más la decisión, sino que avancemos con paso firme y confiado, por el rumbo que creemos adecuado.

Para pensar:

«No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor, ya que es persona de doble ánimo e inconstante en todos sus caminos» (Stg 1.7–8).
Un compromiso a prue

lunes, 26 de octubre de 2015

SOLO PARA OSADOS

Entonces le respondió Pedro, y dijo: «Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas». Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Mateo 14.28–29


He escuchado decenas de enseñanzas sobre este pasaje y yo mismo lo he usado en más de una predicación. En la mayoría de estas exposiciones he visto una tendencia que es demasiado común entre nosotros: enfocarnos en el error cometido. En este caso, usamos la aventura de Pedro para ilustrar lo importante que es mantener los ojos sobre Cristo para no naufragar en nuestros emprendimientos. No debemos mirar las olas, como él lo hizo. No deja de ser verdad lo que afirmamos, pero en el camino hemos perdido la oportunidad de apreciar la completa dimensión de la experiencia del discípulo.
La enseñanza de un amigo, que fue excelente maestro de la Palabra, me llevó a contemplar este pasaje desde otra perspectiva. En primer lugar, debemos notar que Pedro nos provee de un muy buen ejemplo acerca de cómo debemos encarar un proyecto. Cuando nos desborda el entusiasmo, tendemos a lanzarnos a un proyecto sin previa meditación. En el camino elevamos una oración a Dios pidiendo que nos bendiga en nuestro emprendimiento, aunque ya hemos tomado la decisión de realizarlo pase lo que pase. Pedro mismo, cuando negó a Cristo, pagó el precio de actuar de esta forma.
En este incidente, no obstante, Pedro sintió en su corazón el deseo de experimentar lo mismo que estaba haciendo su amigo Jesús. Tome nota que, a pesar de esto, no se lanzó al agua. «Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas». Este es el correcto proceder en cualquier emprendimiento que queramos realizar. Debemos detenernos para preguntarle al Señor si él nos da la autorización para movernos, aun cuando todas las circunstancias parezcan indicar que estamos frente a una oportunidad sin igual.
Esta lección es especialmente importante para los que estamos al frente de diversos ministerios. Es sumamente fácil caer en la tentación de elaborar proyectos para Dios, creyendo que todo lo que hacemos en su nombre automáticamente goza de su bendición. Nuestros caminos no son sus caminos. La disciplina de detenerse y buscar autorización de lo alto es una de las más cruciales para un ministerio eficaz.
En segundo lugar, quisiera hacerle notar la osadía del pedido de Pedro. Él no quería perderse esta oportunidad. Cuando escuchó la invitación se largó a caminar sobre las olas. ¡Qué experiencia tan extraordinaria!
Es verdad que terminó hundiéndose, pero se dio el gusto de experimentar algo fuera de serie. Los otros once discípulos permanecieron en la seguridad del bote. De alguna manera esta escena capta lo que es la iglesia. La mayoría de nosotros preferimos la seguridad del bote, mientras criticamos a los que intentan algo nuevo. Algunos pocos, atrevidos en la fe, prefieren la aventura de andar en las alocadas propuestas de Cristo.
Imagine a los discípulos, ya viejos. Los once, quizás, podrían contarle a otros: «conocimos a un hombre que caminó sobre las aguas». Solamente Pedro, sin embargo, podría decir: «una vez, de joven, ¡anduve sobre las aguas!»

Para pensar:

«Un hombre con coraje es mayoría». Andrés Jackson.

domingo, 25 de octubre de 2015

REUNIDOS EN SU NOMBRE

Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos, porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Mateo 18.19–20

Debo confesar que, francamente, este versículo me incomoda. Contiene declaraciones que no cuadran con mi interpretación del evangelio, ni tampoco con lo que he visto dentro de la iglesia.
Para empezar, comparte esta increíble afirmación: «si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre…» ¿Acaso Cristo se refería a que el Padre actuaría conforme a lo que nosotros acordamos en la tierra? ¡Esto mismo parecen decir las palabras del texto! Pero, ¿cómo puede ser esto? ¿De veras que el Padre está dispuesto a hacer lo que le pidamos?
Nuestra reacción inicial es la de calificar, explicar o dar vuelta el sentido de las palabras. Nuestros argumentos, no obstante, no harán que desaparezcan ni que las mismas dejen de incomodarnos. Este «poder» de lograr que el cielo se alinee con nuestras peticiones nos ha sido concedido. La manifestación de esta verdad, sin embargo, es rara. ¿Por qué? Porque depende de que dos o tres se pongan de acuerdo. ¡Es tan sencilla la declaración y tan difícil su realización! Nuestro incansable compromiso con nosotros mismos presenta un notable escollo en el camino a recorrer. Queremos ser los dueños de una idea, los que la engendran y controlan, los protagonistas en todo. Estas mismas actitudes son las que impiden que podamos ponernos de acuerdo, pues esto solamente es posible cuando lo nuestro muera.
Y ¿qué podemos decir de la segunda parte del versículo? ¿En cuántos lugares he oído la consabida proclama que Cristo está presente, porque hay dos o tres reunidos? ¿Será tan sencilla la cosa? ¿Dos o tres cristianos nos presentamos físicamente en el mismo lugar y el Señor, automáticamente, se hace presente? ¿Qué pasa cuando estos dos o tres no se hablan más que los domingos? ¿Cómo puede estar presente Cristo entre dos o tres cuyo único acuerdo es el de orar juntos, cómo si esto garantizara la unidad de espíritu?
La condición para la manifestación de Cristo en nuestro medio no es que seamos dos o tres, ni tampoco que estemos reunidos en un mismo lugar. Es, más bien, que todo esto sea en su nombre. Es decir, los tres presentes reconocemos que es necesaria una sumisión conjunta a su persona. Nuestra reunión, no obstante, no es la suma de mi sumisión, más la sumisión de mis hermanos. Como comunidad, nos rendimos a sus pies e, inevitablemente, ¡nos rendimos a los pies los unos de los otros! Solamente cuando estemos dispuestos a darle la misma honra a los que están con nosotros será posible que Cristo acompañe.

Para pensar:

¡Qué interesante la realidad señalada por Cristo! «Allí estoy yo en medio de ellos». No está identificado con ningún individuo, ni otorga preferencia a uno por encima del otro. Está en medio de ellos. Es el Dios de una comunidad de fe, igualmente accesible a todos, igualmente deseoso de bendecir a cada uno.

viernes, 23 de octubre de 2015

A LA MITAD DEL CAMINO


«Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.»
Nehemías 4:6

Una de las palabras que se utiliza en el libro de Nehemias, particularmente en los capítulos 3 y 4, es mitad, por ejemplo: se habla de ser gobernador de la mitad de Bet-sur, gobernador de la mitad de la región de Keila, la mitad de los siervos trabajaba en la obra y la mitad tenia lanzas, escudos, arcos y corazas. La mitad de los príncipes de Juda, la mitad de oficiales y la mitad de los hijos de Osaias hablaban la lengua de Asdod y no judaico. 

Nehemias nos comparte que la muralla de Jerusalen había sido terminada hasta la mitad de su altura, por que el pueblo tuvo animo para trabajar. El reporte en 6:15 es que ¨fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días.¨Significa que tomaron mayor ánimo y llegaron al final del plan trazado.

Seguramente para concluir un año de actividades, para terminar un proyecto,  llegar a la meta que en este año nos hemos personalmente propuesto, necesitamos ánimo, esfuerzo, denuedo, valor y coraje para lograrlo. Por supuesto, no significa que será fácil o que no tendremos obstáculos, sino que a pesar de todo nos proponemos seguir adelante.

Por motivo de casarse, Maritza dejo su carrera universitaria a la mitad. Cuando habían pasado algunos años y ya tenia dos hijas, sus padres le animaron a terminar lo que había dejado inconcluso. Con una mayor responsabilidad, ahora Maritza esta cerca de llegar a la meta de ser una profesionista. Un poco de animo sirvió para que se decidiera a concluir un proyecto inconcluso y así llegar a la meta propuesta con éxito.

Pide a Dios que te ayude en lo que resta de este año para alcanzar alguna meta propuesta, tal vez iniciaste con un plan de lectura anual bíblico, o levantarte temprano y dedicar un tiempo especial en oración, lo que sea que te hayas propuesto para fortalecer tu vida cristiana, aún es tiempo de retomarlo y seguir adelante. 

jueves, 24 de septiembre de 2015

TEMOR POR SU PALABRA

«Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.»
Isaías 66:2

En este versiculo destacamos primeramente la grandeza de Dios, que con una una palabra de su boca dijo y fue hecho. La palabra de Dios tiene un poder inimaginable, y es en su grandeza que Dios nos revela en su infinito amor, a quien El mira con agrado, es decir, al pobre y humilde de espiritu, y al que tiembla a su palabra. Puede usted imaginarse aquella escena en el monte Sinai cuando Dios daba sus mandamientos, era tal el terror de morir por hel echo de haber escuchado la plabra de Dios, note ademas el echo de que hasta el mismo monte temblaba ante la potencia de su palabra,  el pueblo  le suplicaban a Moises que fuera el quien subiera al monte, pues nadie se considero digno de subir, y no tuvieron mas que reconocer la autoridad de Moises.

Con tristeza podemos ver como mucho del cristianismo que se predica hoy en dia, carece de ese temor y han desechado por completo la palabra de Dios y la ha sustituido por visiones, revelaciones y metodos humanos.

Demos gracias a Dios por su palabra y no solo tengamosla en alta estima, sino seamos temerosos de ella. Temer a Dios es temer su palabra, no olvidemos que en ella veremos el reflejo de nuestra verdadera condicion.



PELIGROS Y BENDICIONES

¿qué sucede cuando el hombre o mujer carece de temor reverente a Dios y desprecian su sabiduría?, vamos a considerar las consecuencias y hacer contraste con los que sí temen a Dios y hacen su voluntad..

 

 

Consecuencias:

 

 

Algunas consecuencias que nos menciona el libro de Proverbios en el capítulo 1:

 

 

«Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, Y os haré saber mis palabras. Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, Sino que desechasteis todo consejo mío Y mi reprensión no quisisteis, También yo me reiré en vuestra calamidad, Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; Cuando viniere como una destrucción lo que teméis, Y vuestra calamidad llegare como un torbellino; Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. Entonces me llamarán, y no responderé; Me buscarán de mañana, y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, Y no escogieron el temor de Jehová, Ni quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensión mía, Comerán del fruto de su camino, Y serán hastiados de sus propios consejos. Porque el desvío de los ignorantes los matará, Y la prosperidad de los necios los echará a perder;»

Proverbios 1:23-32 RVR1960

 

 

- Abandono divino (vs. 23-26)

- Calamidad (desgracia), (vs. 27)

- Tribulación y angustia (vs.27b)

- No hay respuesta a las oraciones (vs.28)

- Pecado (vs.31)

Corrupción y muerte (vs. 32)

 

 

El temor a Dios ha de ser la tierra en donde crecerá nuestra influencia positiva y la razón básica que hará que nuestras familias se levanten y nos bendigan.

Meditemos en lo que la Biblia dice que ocurrirá a un hombre o mujer que teme a Dios.

 

 

Bendiciones:

 

 

- Le agradamos a Dios (Hechos 10:34-35)

 

«Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.»

 

 

- Te irá bien y serás bendecido (Salmo 128:1-4)

 

«Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, Que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre Que teme a Jehová.»

 

 

Descendencia poderosa y generación bendita (Salmo 112:1-3)

 

«Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa, Y su justicia permanece para siempre.»

 

 

- Fuerte confianza, esperanza para tus hijos, vida abundante y victoria sobre la muerte (Prov. 14:26)

 

«En el temor de Jehová está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos.»

 

 

- Un cerco de protección divina para su familia y bienes (Job 1:8-10)

- Gracia para hacerme las cosas

- Prosperidad integral

 

 

«Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra.»