jueves, 24 de septiembre de 2015

TEMOR POR SU PALABRA

«Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.»
Isaías 66:2

En este versiculo destacamos primeramente la grandeza de Dios, que con una una palabra de su boca dijo y fue hecho. La palabra de Dios tiene un poder inimaginable, y es en su grandeza que Dios nos revela en su infinito amor, a quien El mira con agrado, es decir, al pobre y humilde de espiritu, y al que tiembla a su palabra. Puede usted imaginarse aquella escena en el monte Sinai cuando Dios daba sus mandamientos, era tal el terror de morir por hel echo de haber escuchado la plabra de Dios, note ademas el echo de que hasta el mismo monte temblaba ante la potencia de su palabra,  el pueblo  le suplicaban a Moises que fuera el quien subiera al monte, pues nadie se considero digno de subir, y no tuvieron mas que reconocer la autoridad de Moises.

Con tristeza podemos ver como mucho del cristianismo que se predica hoy en dia, carece de ese temor y han desechado por completo la palabra de Dios y la ha sustituido por visiones, revelaciones y metodos humanos.

Demos gracias a Dios por su palabra y no solo tengamosla en alta estima, sino seamos temerosos de ella. Temer a Dios es temer su palabra, no olvidemos que en ella veremos el reflejo de nuestra verdadera condicion.



PELIGROS Y BENDICIONES

¿qué sucede cuando el hombre o mujer carece de temor reverente a Dios y desprecian su sabiduría?, vamos a considerar las consecuencias y hacer contraste con los que sí temen a Dios y hacen su voluntad..

 

 

Consecuencias:

 

 

Algunas consecuencias que nos menciona el libro de Proverbios en el capítulo 1:

 

 

«Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, Y os haré saber mis palabras. Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, Sino que desechasteis todo consejo mío Y mi reprensión no quisisteis, También yo me reiré en vuestra calamidad, Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; Cuando viniere como una destrucción lo que teméis, Y vuestra calamidad llegare como un torbellino; Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. Entonces me llamarán, y no responderé; Me buscarán de mañana, y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, Y no escogieron el temor de Jehová, Ni quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensión mía, Comerán del fruto de su camino, Y serán hastiados de sus propios consejos. Porque el desvío de los ignorantes los matará, Y la prosperidad de los necios los echará a perder;»

Proverbios 1:23-32 RVR1960

 

 

- Abandono divino (vs. 23-26)

- Calamidad (desgracia), (vs. 27)

- Tribulación y angustia (vs.27b)

- No hay respuesta a las oraciones (vs.28)

- Pecado (vs.31)

Corrupción y muerte (vs. 32)

 

 

El temor a Dios ha de ser la tierra en donde crecerá nuestra influencia positiva y la razón básica que hará que nuestras familias se levanten y nos bendigan.

Meditemos en lo que la Biblia dice que ocurrirá a un hombre o mujer que teme a Dios.

 

 

Bendiciones:

 

 

- Le agradamos a Dios (Hechos 10:34-35)

 

«Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.»

 

 

- Te irá bien y serás bendecido (Salmo 128:1-4)

 

«Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, Que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre Que teme a Jehová.»

 

 

Descendencia poderosa y generación bendita (Salmo 112:1-3)

 

«Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa, Y su justicia permanece para siempre.»

 

 

- Fuerte confianza, esperanza para tus hijos, vida abundante y victoria sobre la muerte (Prov. 14:26)

 

«En el temor de Jehová está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos.»

 

 

- Un cerco de protección divina para su familia y bienes (Job 1:8-10)

- Gracia para hacerme las cosas

- Prosperidad integral

 

 

«Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra.»


FALSO TEMOR

«Temían a Jehová, e hicieron del bajo pueblo sacerdotes de los lugares altos, que sacrificaban para ellos en los templos de los lugares altos. Temían a Jehová, y honraban a sus dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían sido trasladados. Hasta hoy hacen como antes: ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos ni sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel;

Así temieron a Jehová aquellas gentes, y al mismo tiempo sirvieron a sus ídolos; y también sus hijos y sus nietos, según como hicieron sus padres, así hacen hasta hoy.»
2 Reyes 17:32-34, 41

Temian a Dios y daban honra a sus dioses, permitame detenerme un poco en este pasaje, y veamos cómo la palabra de Dios nos revela la falsedad que había en su pueblo, por un lado decían temer a Dios y por el otro lado daban honra a sus falsos dioses , es decir,  que les mostraban respeto, reverencia, admiración y estima, sin temer el celo del Dios verdadero.

Este pueblo ignoro arbitrariamente la advertencia de un Dios fuerte y celoso, que visita la maldad de los padres, sus hijos y sus nietos (Exodo 20:5)e hicieron de su temor una mera profesion de labios vacia de sinceridad y de temor verdadero, arrastrando consigo a aquellos a quienes debian guiar en el temor de Jehova.

Las consecuencias de su falsedad los siguió por generaciones, convirtiendolos en el ejemplo de  un pueblo que de labios le honran, pero sus corazones estaban alejados de Dios.


Las consecuencias no sólo afectan nuestra vida diaria sino a aquellos a quienes amamos, pidamos al Señor de su amor y misericordia, que nuestros corazones se vuelvan sinceros y apasionados a Él.

EL TEMOR A DIOS

En estas proximas lecciones estudiaremos la prespectiva de Dios, que nos muestra el factor mas importante para llegar a ser esposo (a), y padre y madre segun su modelo y este factor es EL TEMOR DE DIOS.

Pero, que es el temor de Dios?

Veamos lo que nos dice la palabra de Dios;

ES UN ODIO AL MAL

«El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco.»
Proverbios 8:13 

El temor de Dios para un creyente incluye el entender lo mucho que Dios aborrece el pecado y temer su juicio sobre este.

ES SABIDURIA

«El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre.»
Salmos 111:10

Pero la sabiduria de los hombres no puede compararse con la sabiduria de Dios, para ese debemos pedirle a Dios que nos la dé (Santiago 1:5) si vivimos en el temor de Dios aceptaremos su soberania y respetaremos sus mandamientos.

 UN TESORO

«Mejor es lo poco con el temor de Jehová, Que el gran tesoro donde hay turbación.»
Proverbios 15:16

«Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación; el temor de Jehová será su tesoro.»
Isaías 33:6

La sincera piedad es el verdadero tesoro de todo cristiano, esto es lo que nos hace verdaderamente ricos.

ES UNA FUENTE DE VIDA

«El temor de Jehová es manantial de vida Para apartarse de los lazos de la muerte.»
Proverbios 14:27

El temor de Dios es una fuente de vitalidad espiritual, que rebosa de amor, gozo y paz; y esto es como un antidoto soberano contra el pecado y la tentacion para apartarse de los lazos de muerte.

ES LIMPIO

«El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.»
Salmos 19:9

El respeto confiado que la palabra de Dios nutre en los hijos de Dios es limpio, puro y por tanto incorruptible.

PERMANECE PARA SIEMPRE

«El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.»
Salmos 19:9

Permanece para siempre, pues emana de la voluntad de Dios para que el hombre limpie con el su camino.

ES PIADOSO

«Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.»
Hebreos 12:28-29

El aguarda paciente para que todos procedamos al arrepentimiento y en esa paciensia no nos consume como fuego.


jueves, 10 de septiembre de 2015

BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN

Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consolación. Mateo 5.4 (LBLA)

El principio de una experiencia espiritual significativa, según lo que notamos en la primera bienaventuranza, es reconocer la pobreza de nuestros propios corazones. Es hacer un inventario de nuestros bienes, en lo que al espíritu se refiere, y descubrir que estamos completamente desprovistos de riquezas en este ámbito de la vida.

Este descubrimiento podría ser el principio de algo nuevo, pero no necesariamente es así. Muchos de nosotros reconocemos que hay aspectos de nuestra vida que están mal, pero esto no produce en nosotros más que un encogerse de hombros. Incluso podría utilizarse el descubrimiento de nuestra pobreza para una extraña manifestación de orgullo.

Cuando esta revelación es obra del Espíritu de Dios, sin embargo, nos conduce a este segundo paso, que es el del llanto. Nuestra verdadera condición delante de Dios trae consigo una profunda tristeza, porque entendemos cuán grande ha sido nuestra ofensa contra él. En su misericordia, él permite que derramemos lágrimas por nuestra situación, porque las lágrimas son el principio de la sanidad.

Esta verdad es contraria a muchas de las enseñanzas que nos transmite nuestra cultura, especialmente si somos hombres. «Los hombres no lloran», nos proclamaban nuestros mayores, aun cuando no teníamos suficiente edad siquiera para entender lo que era un hombre. La ausencia de lágrimas, no obstante, denota una extraña dureza de corazón, producto de una falta de contacto con nuestra vida emocional. Quien no llora, aprendió en algún momento de su vida, que las lágrimas solamente le traían problemas. En su deseo de evitar estas dificultades, reprimió un aspecto de su personalidad que es tan natural y necesario como alimentarse.

David, uno de los hombres más genuinamente espirituales en la Biblia, frecuentemente derramó lágrimas. En el Salmo 6 confesó que había regado su cama con sus lágrimas. En el Salmo 42 declaró que sus lágrimas habían sido su pan de día y de noche. Cristo lloró en más de una oportunidad por cosas que nosotros ni siquiera entendemos. Pedro lloró desconsoladamente luego de negar a su Señor. Los hermanos de Éfeso lloraron intensamente cuando Pablo les dijo que ya no los volvería a ver. Todo esto indica una manera natural de expresar tristeza y abrir las puertas al obrar de Dios.

Es precisamente a esto que Cristo apunta cuando declara que los que lloran son bienaventurados. Sus lágrimas no los dejarán vacíos y solos. El llanto de origen espiritual no produce desconsuelo (2 Co 7.10) Junto al llanto vendrá la mano tierna de Dios, que consuela a los afligidos y seca sus lágrimas, pues él es un Dios que «sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas» (Sal 147.3). Quien ha experimentado este consuelo sabe que luego del llanto uno se siente purificado y refrescado, como la tierra sobre la cual ha caído la lluvia.

Como cristianos, debemos animar a nuestra gente a ser genuinos en la expresión de sus sentimientos, y también lo debemos ser nosotros. No es ninguna vergüenza llorar por la acción del Espíritu en nuestras vidas. ¡Benditas lágrimas celestiales!

Para pensar:

Ay de los que nunca lloran, porque la tristeza y la angustia les acecharán toda la vida.
Bienaventurados 



martes, 8 de septiembre de 2015

BIENAVENTURADOS LOS POBRES EN ESPÍRITU

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Mateo 5.3


La primera bienaventuranza identifica el punto donde comienza toda obra espiritual en la vida del hombre: un reconocimiento de la pobreza de nuestra propia condición. Es el resultado de un momento de iluminación, producido por el Señor, donde desaparecen todas las cosas que nos han llevado a creer que somos algo. Nos vemos como él nos ve: en un estado de bancarrota espiritual.

El mejor ejemplo de esto lo tenemos en la historia del hijo pródigo. Los días de gloria en los cuales la vida era una sucesión de fiestas, facilitada por una abultada billetera y un interminable desfile de admiradores, habían quedado atrás. Sentado entre los puercos, con la ropa rasgada y sucia, sintiendo el implacable acoso del hambre, el muchacho «volvió en sí». Es decir, llegó un momento en el cual vio su verdadera condición y entendió que estaba absolutamente perdido y solo en el mundo. La pobreza de su condición lo llevó a emprender el camino de regreso hacia la casa de su padre.

Pobreza de espíritu, debemos aclarar, no se refiere exclusivamente a la experiencia que eventualmente nos conduce a la conversión. Más bien es una condición a la cual periódicamente nos llevará de nuevo el Señor. A medida que transitamos por la vida, una y otra vez caemos en posturas de soberbia y altivez que son contrarias al espíritu del reino. La única esperanza para nosotros, en esas ocasiones, será volver a percibir nuestra real condición espiritual. Tal fue la experiencia de Pedro que, llevado por su propio entusiasmo, quiso dar testimonio de su fidelidad a Jesús entregando su vida por él. 

El quebranto, doloroso y profundo, le ayudó a ver con absoluta claridad su condición personal.
Cristo proclamó que la bendición que acompañaba esta condición era poseer el reino de los cielos. En esto, no podemos dejar de notar el marcado contraste con los conceptos del mundo, donde los reinos se conquistan con fuerza y violencia. Las ambiciones agresivas de aquellos que han llegado a las más altas posiciones en el mundo político, empresarial o cultural parecen confirmar la observación de que en este mundo no hay espacio para los débiles ni los humildes. Y esto creemos, hasta que aparece en medio nuestro una Madre Teresa, una diminuta figura que se dedicó sin reservas a servir a los más olvidados de la tierra. Hacia el final de su vida caminó entre los poderosos, entrevistó a presidentes y reyes, y compartió su mensaje con billones de personas. Pero no lo logró por esfuerzo, sino por el camino de la pobreza de espíritu. En el ámbito espiritual, el reino es entregado a aquellos que reconocen que no poseen aptitud alguna. Debemos recordar la palabra del Señor a los israelitas, «en la conversión y en el reposo seréis salvos; en la quietud y en confianza estará vuestra fortaleza».
 (Is 30.15).


Para pensar:
«Tú dices: Yo soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad. Pero no sabes que eres desventurado, miserable, pobre, ciego y estás desnudo» (Ap 3.17).

lunes, 7 de septiembre de 2015

LA VENGANZA Y EL REINO

Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor». Romanos 12.18–19

Hay pocas cosas que calan tan profundo en nuestros corazones como los males que otros nos hacen. Es más fácil aceptar las dificultades económicas, la falta de trabajo o la enfermedad. Cuando otras personas nos traicionan, nos sentimos dolidos en lo más íntimo de nuestro ser. Superar el mal momento es todo un desafío.

En el texto de hoy Pablo nos da una orientación con respecto a este tema. Primeramente, nos recuerda que la paz debe ser una de las características de los que andan en Cristo, porque siguen a un Dios de paz . De todas formas, la frase «en cuanto dependa de vosotros» nos advierte que estar en paz con los demás es algo que requiere la colaboración de dos personas. Es decir, no implica solamente la ausencia de agresión de mi parte, sino también el mismo compromiso de parte de la otra persona. Por esta razón no siempre la paz es absoluta, pues nuestros deseos de estar en paz con los demás no son correspondidos por la otra parte. Nuestro llamado, no obstante, es agotar todos los caminos posibles para cultivar y mantener una relación de paz con aquellos que son parte de nuestra vida.

Donde más nos cuesta llevar a la práctica esta exhortación es en aquellas relaciones donde nos hemos sentido agredidos, despreciados o tratados injustamente por otros. Allí nuestros deseos de paz se esfuman y sentimos en nuestro interior una indignación intensa que demanda que este mal sea corregido, sin importar lo que se tengamos que hacer para lograrlo.

Es en estas instancias que comenzamos a luchar con los deseos de venganza. Muchas veces creemos que el tema de la venganza pasa por una agresión abierta hacia la otra persona. La venganza, sin embargo, se disfraza de muchas maneras diferentes. Nos basta con saber que la venganza busca que la otra persona pase un mal momento, similar o peor al que hemos vivido nosotros. Esto puede incluir cosas tan sutiles como simplemente desear que al otro le vaya mal en la vida o humillarlo públicamente. La venganza es, en última instancia, un sentimiento que se aloja en nuestros corazones. El acto puntual de venganza no es más que una manifestación de ese espíritu amargado que reside dentro nuestro.

Pablo llama a entregar esto en manos de Dios. Esto es sabio, no solamente porque Dios es el que defiende la causa de sus hijos, sino también porque es quien juzga correctamente todos los elementos de una situación y discierne el camino correcto a seguir. Cuando dejamos las cosas en sus manos estamos afirmando que él sabe bien qué es lo que necesitamos y no hará otra cosa que lo mejor para nosotros.

Para pensar:

«Porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas. Cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente» (1 Pe 2.21–23).

miércoles, 2 de septiembre de 2015

TENED POR SUMO GOZO

Hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Santiago 1.2–4

Este es un pasaje bien conocido para todos los que llevamos un tiempo en el camino del Señor. No debemos permitir, sin embargo, que la familiaridad con el texto nos robe la posibilidad de seguir aprendiendo lo que Dios quiere decirnos a través de su Palabra. Hay varios puntos importantes en la exhortación del apóstol Santiago.

En primer lugar, debemos notar que el apóstol anima a los hermanos a una actitud de gozo en medio de las dificultades. El gozo es una de las cosas que caracteriza a los que andan en Cristo y no deben existir situaciones que nos priven de disfrutar de él. Normalmente, el gozo es el resultado de algo que nos hace bien, algún acontecimiento, alguna palabra, alguna experiencia que encontramos agradable para nuestro ser. En estas situaciones, nuestros gozo se desborda y lo compartimos con otros.

He aquí nuestra dificultad, entonces. ¿Cómo gozarnos cuando nos encontramos en situaciones de prueba? La mayoría de nosotros no logramos sentir el más mínimo gozo cuando estamos sumergidos en situaciones que consideramos negativas o tristes. Santiago, sin embargo, nos está ayudando a entender que esto NO es el resultado de tener los ojos puestos en la prueba o tribulación por la que estamos atravesando. Lógicamente, ninguna crisis va a inspirarnos para dar gracias, ni tampoco a sentir alegría. Al contrario, cuanto más la analizamos más profundamente nos desanimamos.

La exhortación de Santiago no es a mirar la prueba, sino el resultado de la prueba. ¿Cuál es ese resultado? Que seamos perfectos y cabales, sin que nos falte nada. En esa expresión «sin que falte nada» está incluida justamente la perspectiva que en este momento no nos permite gozarnos! La palabra «perfecto» es muy importante en el Nuevo Testamento. No se refiere a que seamos personas que nunca cometen errores, ni caen en pecado. ¡Nada de eso! Se refiere, más bien a la perfección desde la óptica de Dios, que es la posibilidad de vivir, en toda su plenitud, la vida a la cual el Señor nos ha llamado, cumpliendo así el propósito para el cual fuimos creados.

Tome nota de un detalle importante en el texto: no es usted el que está siendo probado, sino su fe. Claro, usted me dirá que de todos modos usted es el que sufre la prueba. El Señor, sin embargo, no se ha propuesto hacerle pasar un mal momento solamente por un capricho de él. Él está trabajando para que su fe sea la que debe ser. Usted y yo sabemos que esto es muy importante, pues la fe es uno de los ingredientes básicos de la vida espiritual. «Sin fe», nos dice el autor de Hebreos, «es imposible agradar a Dios» (11.6). De modo que necesitamos de toda la ayuda que él pueda darnos en esto, para tener una fe viva, dinámica y robusta.

Para pensar:

¿Cómo se lleva a la práctica esto? Lea Hechos 16.22–34 para ver cómo lo hicieron Pablo y Silas. ¡Allí tenemos un tremendo ejemplo del gozo en medio de las aflicciones!

martes, 1 de septiembre de 2015

LA UTILIDAD DEL ESPEJO

Sed hacedores de la palabra y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, ese es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural, él se considera a sí mismo y se va y pronto olvida cómo era. Santiago 1.22–24

Santiago identifica, en este texto, lo que es nuestro eterno problema frente a la Palabra. Somos oidores olvidadizos. Esto se nota mucho más en estos tiempos en los cuales tenemos una excesiva saturación de la Palabra. La escuchamos en interminables reuniones durante la semana, la escuchamos por la radio, la escuchamos por cassettes, la bajamos de Internet, la leemos en libros, la estudiamos en nuestros devocionales. Imagínese lo que sería su vida y la mía si lleváramos a la práctica apenas un diez por ciento de todo lo que escuchamos. ¡Seríamos verdaderos gigantes en el reino!

Lastimosamente, nuestra tendencia es siempre hacia el olvido. La totalidad del consejo de Dios, sin embargo, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, nos exhorta a que seamos gente que practica su Palabra. El que es solamente oidor, dice Santiago, es una persona que se engaña a sí mismo. ¿En que consiste este engaño? Se lo puede comparar a las promesas vacías de un padre que no cumple con sus hijos. Les dice que va a realizar tal actividad con ellos, sus hijos, naturalmente, se entusiasman y comienzan ya a soñar con la llegada de ese momento especial con su padre. Mas su entusiasmo quedará en la nada, porque él no es una persona que guarda su palabra. De la misma manera acontece con el que es solamente oidor de la Palabra. La escucha y reconoce en ella las indicaciones necesarias para la situación personal que está enfrentando. Aun puede experimentar regocijo en su espíritu porque Dios le ha hablado con mucha claridad. «Cuánto necesitaba esta Palabra» se dice a sí mismo. Pero al poco tiempo todos estos sentimientos han quedado en la nada, porque no actuó después de haber escuchado.

Santiago, con esa admirable sencillez de los grandes maestros de la Palabra, nos ayuda a entender este tema usando una muy simple analogía, la de un espejo. ¿Ha meditado en cuál es la función de un espejo? No es solamente para que usted se mire. Cumple una función mucho más importante que esto. Le permite ver las partes de su cuerpo que usted no puede ver con sus ojos naturales. Es decir, le da acceso a lo que está escondido a la vista. Con la imagen que usted tiene en el espejo puede darse cuenta qué cambios necesita realizar para estar presentable.

La Palabra cumple esta función en nuestra vida. Nos permite ver las cosas que no podemos ver por nosotros mismos, cosas que deben ser vistas en «el espíritu». Estas son las cosas sobre las cuales usted y yo debemos actuar. ¿Usted no pierde tiempo en el espejo si no va a hacer nada al respecto, verdad? De la misma manera, Dios le llama a que no pierda el tiempo con la Palabra si no tiene intención de hacer nada al respecto. La Palabra cumple una función en nuestras vidas. Está en nosotros aprovecharla.

Para pensar:

«En el día del juicio, no se te preguntará: «¿qué leíste?» sino «¿qué hiciste?» Tomás Kempis.